Una obra maestra arquitectónica del siglo XIII, el Palacio de la Alhambra, domina la ciudad de Granada, ilustrando el genio técnico de su época. Este complejo palaciego, situado a 200 metros sobre el río principal, alberga uno de los sistemas hidráulicos más avanzados de su época.
En el corazón de este conjunto se encuentra una notable fuente ornamental: doce esculturas de animales de mármol blanco alimentan, a través de sus bocas, cuatro canales simbólicos en el suelo. Esta instalación única también sirve como reloj gracias a un ingenioso mecanismo de regulación del flujo de agua.
Toda la red hidráulica, combinando presas, conducciones y balsas de presurización, permitía abastecer los exuberantes baños y jardines. Esta proeza técnica, desarrollada entre los siglos VIII y XV, atestigua un dominio excepcional de la ingeniería hidráulica medieval.
El sistema de suministro de agua desafía las leyes de la gravedad al traer agua desde el río casi un kilómetro más abajo. Un depósito de almacenamiento que domina el palacio mantiene la presión necesaria para abastecer toda la red de fuentes, baños y riego de jardines.
El lugar, que todavía hoy se puede visitar, atrae especialmente la atención de los amantes de la historia de la ciencia y la tecnología. Más allá de su belleza arquitectónica, permite comprender cómo los constructores de la época asumieron el reto de abastecer de agua un palacio situado en altura.
Este logro nos recuerda que los grandes logros arquitectónicos de la Edad Media ya se basaban en importantes innovaciones tecnológicas, presagiando los desafíos de la ingeniería moderna.