La mezquita Yamia, el mayor lugar de culto musulmán de Srinagar, se ha transformado en un refugio providencial contra la ola de frío que azota la capital de la Cachemira india. En sus amplias salas de oración normalmente reservadas a los fieles, ahora se distribuye té caliente y mantas a los viajeros sorprendidos por las gélidas temperaturas.
“Nuestra mezquita siempre ha sido un lugar de acogida y consuelo”, explica el imam, que coordina esta operación de emergencia. Su iniciativa fue imitada: muchos residentes de Srinagar también abrieron sus puertas a personas atrapadas por el frío.
En este valle del Himalaya donde el termómetro ha bajado muy por debajo de cero, esta movilización ciudadana, partiendo de la gran mezquita, reaviva una tradición centenaria de hospitalidad. Ante la previsión meteorológica que anuncia la persistencia del frío, el edificio religioso mantiene sus instalaciones de acogida.
Esta iniciativa adquiere un simbolismo particular en una región marcada por tensiones políticas. Más allá de su función religiosa, la mezquita Yamia reafirma así su papel social histórico, recordando que los lugares de culto en Cachemira siempre han sido pilares de la resiliencia comunitaria. Una demostración de ayuda mutua que trasciende las divisiones en esta región en disputa entre India y Pakistán.
