El Islam estableció ciertos principios y restricciones para la actividad económica, de modo que toda la estructura de producción, comercio y distribución de bienes y servicios corresponda a los estándares islámicos de la ley y la justicia.
Según el concepto islámico, Dios creó la Tierra para la humanidad con todos sus recursos. Por lo tanto, la función de cada persona es la de preservar su parte de la riqueza de este mundo. En otras palabras, solo el rol de administrador se asigna a la humanidad. Este concepto de doble propiedad, del hombre y de Dios, es una de las características del sistema económico islámico. A pesar del hecho de que los derechos de propiedad personal están protegidos y aprobados por el Islam, este niega que el propietario tenga un derecho absoluto sobre las cosas, como sucede por ejemplo en el Derecho Romano, dejando en claro que todo le pertenece a Dios. El derecho de propiedad es, de hecho, una administración mediante la cual una persona tiene el poder temporal para el uso y beneficio de algo.
Además, el Islam tiene como objetivo garantizar un equilibrio entre el hombre y la sociedad. De hecho, el esquema económico islámico ha adoptado un enfoque justo que apoya la libertad individual y al mismo tiempo asegura que dicha libertad contribuirá al bienestar de la sociedad en su conjunto. En consecuencia, una persona tiene libertad de empresa y competencia, que, a su vez, se desarrolla dentro de un contexto de justicia y armonía social.
Esa justicia solo es posible cuando todos los sectores de la sociedad pueden satisfacer sus necesidades económicas. Por lo tanto, las personas que no pueden participar en la vida económica, y aquellas que necesitan ayuda para iniciarse en ella, también deben tener la oportunidad de recibir un apoyo.
Las tareas de la justicia socioeconómica y la distribución equitativa de los ingresos y la riqueza son una parte integral de la filosofía moral del Islam. Los pobres y los necesitados tienen derecho a una parte de la riqueza de la sociedad. Es por eso que el zakat es esencial para la sociedad islámica. Todos pueden acumular las riquezas que quedan después del cumplimiento de sus obligaciones legales y religiosas y después de dedicar un porcentaje de sus ingresos a la ayuda a los necesitados. Otra herramienta importante para lograr la justicia socioeconómica es la prohibición de la riba (usura) para evitar una ventaja injusta entre las partes en las transacciones.