
El islam enseña que ningún árabe es superior a un no árabe, y ningún blanco a un negro.
Sin embargo, en la práctica, el racismo entre musulmanes es una realidad dolorosa.
Árabes, africanos, asiáticos: cada uno con sus prejuicios y barreras. ¿Dónde quedó la hermandad de la ummah?
La discriminación matrimonial, laboral y social entre musulmanes demuestra que el racismo no es solo un problema occidental.
Es una enfermedad que se oculta tras la piedad aparente.
¿Acaso podemos hablar de fe sincera mientras despreciamos a nuestros propios hermanos?
Reconocer esta hipocresía es el primer paso para curarla.
No se trata de acusar a otros, sino de mirarnos a nosotros mismos.
¿Realmente tratamos a todos los musulmanes como iguales en dignidad?
El islam nos llama a elevarnos por encima de las divisiones humanas.
¿Seremos capaces de vivir el islam de verdad, o seguiremos escondiendo el racismo bajo túnicas de religiosidad?
La respuesta define nuestra sinceridad ante Allah
























