Conocí a Mehdi Flores mucho menos de lo que me hubiera gustado. Era una de las personas más maravillosas, buenas y sinceras que he conocido en toda mi vida. Formó parte de la primera generación de musulmanes españoles tras la transición. Su aportación al islam junto a Hashim Cabrera, Abdenur Coca, Abdelkarin Carrasco, Sabora Uribe y Mansur Escudero, fue decisiva para constituir Junta Islámica y firmar los Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España, que entre otras cosas garantizan la enseñanza religiosa en los centros escolares, el menu halal para los niños o la existencia de zonas de enterramiento en los cementerios públicos. Acuerdos que por falta de voluntad nunca se han cumplido.
Mehdi Flores se ha marchado dejando un hueco en el corazón de todos los que tuvimos la suerte de poder conocerle. Tenía una mente llena de fantasía y un corazón de niño grande. Hablaba de Allah siempre con amor, como un místico español del siglo XVI o un sufí andalusí de la Córdoba de Abderramán III.
Mehdi debe estar a estas horas en el paraíso junto al Creador y los amigos que se fueron antes que él, y desde el paraíso debe estar contemplandonos con una sonrisa y con la misma ternura que guio sus pasos en esta tierra.
No es fácil despedirse de un amigo, ni decir adiós, a alguien tan especial. Quizás lo más prudente sea decir hasta siempre o hasta luego, porque su recuerdo nos acompañara siempre. Mehdi demostró que se podía ser bueno, humilde y tener un corazón generosos en este mundo.
Gracias Mehdi por tus palabras, por tus consejos, por ser como eras, por el recuerdo que nos dejas y por toda la paz y todo el amor que nos entregastes.