Instalada en medio de las residencias universitarias de Austin desde 1977, la mezquita de Nueces se asfixia entre sus muros. Es necesaria una renovación importante de este lugar de culto, la primera mezquita construida en un campus de Texas.
“Los viernes a veces tenemos que rezar en el jardín”, sonríe Karim, estudiante de máster. Una situación que empuja a la comunidad musulmana local a lanzar un proyecto de 2,5 millones de dólares para la ampliación de la sala de oración y nuevos espacios habitables.
No falta ambición al proyecto de este modesto edificio del West Campus, que con el paso de los años se ha convertido en mucho más que una simple mezquita. Entre clases nocturnas, comidas compartidas y oraciones diarias, el lugar vibra al ritmo de la vida estudiantil.
“Aquí es donde me siento como en casa”, dice María, que viene aquí desde su primer año de medicina. Un sentimiento compartido por cientos de estudiantes que encuentran en esta mezquita un ancla durante sus años de estudio.
Las obras deberían comenzar en primavera, una vez que se complete la financiación. Hasta entonces, esta institución local sigue acogiendo, como puede, a sus fieles entre las clases.
Esta renovación refleja la evolución del panorama religioso de Texas. En este estado conservador donde las iglesias tradicionalmente marcan el territorio, la transformación de una modesta mezquita universitaria en un verdadero centro comunitario ilustra la silenciosa diversificación de la sociedad. Un cambio que se produce lejos de la polémica, a la sombra de las torres universitarias de Austin, una ciudad famosa por su apertura de miras en el corazón de Texas.