
El islam, en su origen, era un llamado claro a la fe, la justicia y la verdad. Hoy, muchos ven cómo se adapta a las modas sociales y políticas, alterando sus fundamentos. ¿Es esto un signo de evolución o una pérdida de identidad? Las interpretaciones más modernas a veces suavizan preceptos centrales para no parecer «demasiado duros». Esto plantea una pregunta: ¿se sigue realmente el islam o una versión aceptable para Occidente? La esencia corre el riesgo de diluirse en la búsqueda de aceptación.
Si el islam fue revelado como una guía para todos los tiempos, ¿por qué algunos creen que necesita adaptarse? ¿No es esta una contradicción en sí misma? La tentación de amoldarse al entorno ha llevado a reinterpretaciones que rompen la continuidad histórica de la religión. Lo que antes era claro ahora se tiñe de ambigüedad para no incomodar. ¿Qué queda entonces de la claridad con la que el Corán hablaba a la humanidad?
Por supuesto, cada época tiene sus retos, pero adaptarse no siempre es fidelidad. Puede ser simplemente miedo al rechazo. La pregunta sigue: ¿cambiamos para sobrevivir o para complacer? Si el islam fue completo en su revelación, ¿quién somos nosotros para modificarlo? Esta reflexión invita a cada creyente a pensar: ¿sigo el islam que me conviene o el que fue revelado?
























