Bangladesh lleva semanas bajo tensión, lo que provocó la dimisión y la huida al extranjero de la primera ministra Sheikh Hasina tras importantes manifestaciones estudiantiles que dejaron al menos 300 muertos en el país. Protestaban contra la política de cuotas en la función pública, considerada discriminatoria.
Tras el anuncio de la dimisión del gobierno, estallaron manifestaciones de alegría, pero varias terminaron mal. Los alborotadores atacaron templos hindúes, así como empresas y propiedades pertenecientes a esta minoría religiosa. Incluso se han reportado muertes. Considerados partidarios de Sheikh Hasina y su partido, la Liga Awami, los hindúes, que representan el 8% de la población de Bangladesh, están terriblemente preocupados por el giro de los acontecimientos en un país con una gran mayoría musulmana.
Organizaciones de derechos humanos y diplomáticos también han expresado serias preocupaciones. “Pedimos urgentemente a todas las partes que actúen con moderación, rechacen la violencia comunitaria y defiendan los derechos de todos los bangladesíes”, dijeron los jefes de misión de la Unión Europea en Bangladesh.
Paralelamente a los llamamientos a la calma y a la no discriminación lanzados por los líderes de la oposición, grupos a menudo formados por estudiantes se han organizado en los últimos días para proteger los templos hindúes. Las imágenes de personas visiblemente musulmanas que vigilan frente a los lugares de culto hindúes atestiguan este aumento de solidaridad interreligiosa.
Se trata de un retorno a la calma general que, no obstante, el país necesita. Después de que la ex líder de Bangladesh, hija del héroe de la independencia de Bangladesh, Sheikh Mujibur Rahman, huyera a la India, se nombró un gobierno interino encabezado por el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus. Su primer desafío será entonces garantizar el restablecimiento del orden y la paz social.