La población musulmana de Japón va en aumento y ronda ya las 230.000 personas: representa 1 de cada 500 ciudadanos. Sin embargo, sigue profundamente arraigada la idea de que el islam es “la religión de un lugar lejano”. “Primero hay que conocerla”, apunta Shimoyama Shigeru, un japonés musulmán que lleva décadas esforzándose por difundir información objetiva sobre el islam en su país.
En una tranquila zona residencial del distrito tokiota de Shibuya, hay un edificio que llama mucho la atención debido a su altísimo minarete y su gran cúpula. Se trata de la Tokyo Camii, una mezquita de estilo turco otomano. La visitan también una buena cantidad de personas no musulmanas y muchas mujeres jóvenes se hacen fotos en ella y las publican en las redes sociales. Dispone de una tienda que vende productos halal (elaborados siguiendo los preceptos del islam) y, en general, goza de una buena afluencia de público.
“Los feligreses rezan formando una fila horizontal porque todas las personas somos hermanas ante Dios y no se puede discriminar”. La voz de Shimoyama Shigeru, encargado de relaciones públicas en Tokyo Camii, resuena dentro de la hermosa cúpula con vidrieras mientras explica el rezo y las normas de cortesía a un grupo de estudiantes del Instituto de Bachillerato Municipal de Saitama Ōmiya Kita que se prepara para un viaje de fin de estudios a países de mayoría musulmana como Malasia.
Shimoyama va captando el interés de los estudiantes ofreciéndoles ejemplos de inventos concebidos por personas musulmanas que tienen un papel importante en la vida cotidiana, como los números árabes y el principio de la cámara fotográfica. Una vez ha roto el hielo, pasa a explicar el contexto histórico y la filosofía del islam.
“Parece que a mis alumnos les ha cambiado la idea que tenían del islam”, comenta el profesor Shibata Yūma, que acompaña al grupo. El enfoque invariable de Shimoyama, que hace hincapié en “empezar por despertar el interés por el islam y luego darlo a conocer”, procede de su propia experiencia.
Transmitir su emoción
A los 19 años, Shimoyama, que pertenecía al Club de Exploradores de la Universidad Waseda, viajó a Sudán como miembro de una expedición a la cuenca del Nilo. Las sofisticadas tiendas de campaña y camas plegables que traía de Japón no se adecuaban al calor del lugar, por lo que se vio obligado a buscar alojamiento en los pueblos. Cuando supo que la hospitalidad con la que lo habían tratado se basaba en las enseñanzas del islam, la imagen negativa que tenía de los musulmanes (“terroríficos e intransigentes”) cambió por completo.
Al volver a Japón siguió aprendiendo sobre el islam. Cuanto más sabía, más ganas tenía de difundir sus conocimientos. Se convirtió a los 27 años: “Quería transmitir la emoción que me había despertado conocer el mundo del islam”. A medida que leía los libros sagrados y seguía una serie de prácticas físicas como la plegaria y el ayuno, empezó a notar cambios: “Me nació de dentro la sensación de que esa religión que tanto rechazo me había provocado antes era algo maravilloso. Noté que la fe me iba fortaleciendo”.
Las potentes emociones que se desprenden de su experiencia siguen sin cambiar a sus 75 años: “Sigo en proceso de aprendizaje. Voy probando, mediante el sistema de prueba y error, para ver si una religión mundial como el islam puede tocar el corazón de los japoneses”.
La población musulmana crece en Japón
Según una encuesta que llevó a cabo el profesor emérito de sociología de la Universidad Waseda Tanada Hirofumi, unos 230.000 musulmanes residían en Japón en 2020. Es decir, que uno de cada 500 ciudadanos era musulmán. La cifra se había duplicado en diez años. Se estima que 47.000 de ellos tenían la nacionalidad japonesa. La construcción de mezquitas prolifera por todo el archipiélago: de las 15 que había en 1999, se pasó a 133 en abril de 2024.
El profesor Tanada señala que la tendencia al alza de la población musulmana se debe a la conversión al islam al casarse o tener hijos con fieles de dicha religión. Partiendo de los datos más recientes, se calcula que en Japón hay ya cerca de 300.000 musulmanes.
El número de ceremonias de conversión y bodas que se celebran en Tokyo Camii también va en aumento. De ahí que lleguen numerosas consultas de personas que se hallan ante la decisión de si se convierten o no para casarse con sus parejas musulmanas. Dudan de convertirse porque su entorno se opone a ello a raíz de los prejuicios contra el islam. Shimoyama les dice lo siguiente: “Si amas a tu pareja y tienes que hacerte musulmán, pues lo haces. Si no te decides, es por tus prejuicios. Antes de convertirte, debes deshacerte de tus propios prejuicios contra el islam”.
Aunque la población musulmana de Japón va en aumento, Shimoyama lamenta que “por desgracia, el conocimiento de los japoneses sobre el islam no ha avanzado por culpa de la influencia de los medios occidentales sesgados” desde que el rechazo contra el islam se acentuara tras los ataques terroristas de 2001 en Estados Unidos. Consciente del problema, se esfuerza por hablar en los medios y cualquier otra plataforma para fomentar la correcta comprensión del islam y luchar contra los prejuicios y la discriminación.
Shimoyama confía en que las nuevas generaciones se esfuercen en acabar con los prejuicios y la discriminación. Un total de 63 universidades y unos 100 institutos de bachillerato acudieron a Tokyo Camii como parte de visitas educativas o cursos en 2023. Se está notando un cambio a mejor: “Cada vez más estudiantes y profesores se interesan por saber sobre el mundo islámico, cuya presencia es enorme. Se están dando cuenta de que no pueden entender el mundo en su conjunto a menos que conozcan el islam”
Aspirando a convertirse en una mezquita central de Asia
El número de practicantes del islam está aumentando a nivel mundial. Según una estimación publicada en diciembre de 2022 por la entidad investigadora estadounidense Pew Research Center, en 2020 había 2.380 millones (el 31,1 % de la población mundial) de cristianos y 1.907 millones (el 24,9 % de la población mundial) de musulmanes en el mundo. Se estima que para 2050 las cifras serán más similares, con 2.918 millones de cristianos (31,4 %) y 2.761 millones de musulmanes (29,7 %).
Se calcula que el número de musulmanes en la región de Oriente Medio y el Norte de África en 2020 era de unos 381 millones, mientras que en la región de Asia-Pacífico era de unos 1.140 millones. Por tanto, son más en Asia-Pacífico que en Oriente Medio, donde se originó el islam. La afluencia de visitantes musulmanes de dicha región a la Tokyo Camii se ha disparado en los últimos diez años y se espera que siga creciendo en el futuro.
Shimoyama espera que Tokyo Camii adquiera un papel cada vez más importante como centro de una “religión universal mundial”: “Se convertirá en ‘la mezquita de Asia’ y tendrá un mayor tránsito de personas de todo el continente”.
Está por ver si el islam arraigará o no en Japón, pero Shimoyama insiste en la importancia de difundir su conocimiento allí: “La ignorancia engendra prejuicios y los prejuicios engendran discriminación. Por eso es clave que los japoneses conozcan bien el mundo del islam y avancen con él como buenos compañeros. Con todo, no espero que la gente se convierta. Lo que me gustaría es que adopten el enfoque de que las personas son iguales, aunque por fuera se vean diferentes”.