ITINERARIO:
PLAZA DE ZOCODOVER
El origen del nombre Zocodover procede del árabe sūq ad-dawābb, que significa «mercado de bestias de carga». Esta plaza fue también el lugar por donde se corrían los toros y se organizaban las cucañas en las fiestas de la localidad. Se trata, pues, del punto neurálgico de la vida social de la localidad desde tiempos medievales. En Zocodover también se habrían llevado a cabo autos de fe de la Inquisición y ejecuciones públicas de reos.
IGLESIA DE SAN NICOLAS
El origen de la Iglesia de San Ildefonso, o de los Jesuitas, lo encontramos en el año de 1569, cuando la Compañía de Jesús en Toledo compra las casas de Don Juan Hurtado de Mendoza, quinto Conde de Orgaz, situadas en el lugar en el que estaba la casa donde nació el propio San Ildefonso, obispo de Toledo en el siglo VII y patrón de la ciudad. El proyecto de los jesuitas era construir ahí una Iglesia que sería pagada por los hermanos Don Pedro y Doña Estefanía Manrique. El templo sigue el modelo del de Gesú en Roma y de los de Palencia y Alcalá en España. Las obras comenzaron, finalmente, en el año 1629, atribuyéndosele las trazas a Juan Bautista Monegro y haciéndose cargo de la construcción el jesuita Pedro Sánchez. Cuando éste muere, en 1633, le sustituye el hermano de la orden Francisco Bautista, que diseñó la fachada barroca; y en 1669, reanuda las obras el arquitecto Bartolomé Zumbigo. En 1765, es terminado el templo, estando en ese momento bajo las órdenes de José Hernández Sierra, quien hizo el crucero11, la cúpula, la capilla mayor, el ochavo12 y la sacristía. Sin embargo, no disfrutarían mucho tiempo de su recién estrenada Iglesia, ya que dos años después Carlos III ordena la expulsión de España de los jesuitas. A diario, es posible visitar el interior del templo, pudiendo subir a una de sus torres desde donde se obtienen unas maravillosas vistas de la ciudad.
IGLESIA DE SAN ROMÁN
Alberga el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda conteniendo varias colecciones arqueológicas de los siglos VI, VII y VIII, que muestran algunos de los vestigios histórico-artísticos de lo que fue la antigua capital del reino visigodo de Toledo, tales como cimacios, capiteles, relieves, muestras epigráficas, pintura, documentos y orfebrería.
También se exhiben los ajuares encontrados en la Necrópolis de Carpio de Tajo, así como excelentes reproducciones de las coronas votivas del Tesoro de Guarrazar.
En cuanto a la iglesia, se caracteriza por tener una planta basilical de tres naves, separadas por arcos de herradura califal, que se sustentan en pilares a los que se adosan columnas con capiteles reutilizados (seis de origen visigodo), capilla absidal y una esbelta torre. La cúpula del ábside es de Covarrubias y el retablo de Diego de Velasco. Los frescos que recubren los muros (s. XIII) poseen acusadas influencias románicas e hispano-árabes.
VIRGEN DE LOS ALFILERITOS
Alfileritos es una calle larga y estrecha, flanqueada por viejos caserones y antiguos palacios de portadas blasonadas, que nace cerca de la plaza de San Nicolás, y muere en la plaza de San Vicente, junto al ábside de la iglesia del mismo nombre. Al comienzo de la calle, y en una pequeña hornacina situada en el muro de la izquierda, vemos una imagen de la Virgen, ante la que se encuentran numerosos alfileres de diversos colores y tamaños. Se trata de ofrendas de las jóvenes toledanas a la Virgen María solicitando su especial intervención para conseguir el novio adecuado. Tradicionalmente, las muchachas Toledanas han acudido a aquel lugar donde, tras rezar una oración y formular su deseo, se pinchaban ligeramente con un alfiler que luego ofrecían a la Virgen como prueba de amor y esperanza. Tan inveterada costumbre se remonta al siglo XVI, y tuvo su origen, según la leyenda, en la forzada separación, por causa de la guerra, de dos amantes toledanos, ella relevante dama de la ciudad, y él, apuesto capitán de las tropas imperiales de Carlos V.
MEZQUITA CRISTO DE LA LUZ
La inscripción descubierta en 1899 permitió fechar el edificio en el año 999 de nuestra era y vincularlo a la prestigiosa familia de los Banū l-Hadīdī:
“Basmala. Hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi, de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Allah por ello y se terminó, con el auxilio de Allah, bajo la dirección de Musa ibn Ali, el arquitecto, y de Saada, concluyéndose en Muharraq del año trescientos noventa” (Inscripción fundacional, 13 de diciembre del año 999/11 de enero del año 1000).
Aún así, desconocemos si la mezquita tuvo condición de lugar privado vinculado a la residencia de la familia, o bien fue erigida como fundación piadosa para todo el pueblo.
Se levantó en un barrio importante en el que se han localizado casas-palacio de personajes ilustres, por su proximidad a la Alcazaba, denominada Al Hizam o Ceñidor, junto a una de las principales vías de acceso a la medina o ciudad y frente a una de sus puertas. El edificio original fue sobresaliente por su gran suntuosidad, al estar originalmente exento y elevado con respecto a la cota de la calle, con una pequeña plaza en su lado norte desde la que se accedía por una escalinata.
TERMAS ROMANAS
Las Termas Romanas de la Plaza de Amador de los Ríos, conocidos desde el año 1986, los vestigios arqueológicos que se conservan en este lugar nos ilustran sobre la monumentalidad que debió tener la ciudad de Toledo en época romana, trazada y dotada siguiendo el modelo urbanístico imperante en el momento y emanado desde la capital del Imperio: la ciudad de Roma.
Así, los restos arqueológicos aquí conservados se convierten en referentes de los sistemas y procesos constructivos empleados en la Ingeniería y Arquitectura romanas de carácter civil, algunos de los cuales, como el empleo del hormigón de cal (Opus caementicium) o el uso del arco formado por dovelas de piedra, supusieron una auténtica revolución tecnológica en la Hispania de la época. Estas innovaciones se encuentran bien representadas en este lugar, contando también con un tramo de canalización o galería abovedada fabricado con Opus Caementicium y un arco formado por dovelas graníticas almohadilladas, que debieron formar parte del suministro de aguas limpias a la ciudad y, en concreto, dadas sus dimensiones, del abastecimiento a los edificios públicos de mayor importancia.
Sobre estas estructuras se dispuso un complejo arquitectónico con una funcionalidad exclusivamente balnear o termal. Los restos aquí documentados configuran al menos dos estancias, la primera de ellas mal conocida por el momento, siendo la segunda una estancia rectangular (aproximadamente 12 x 10 m.: 120 m2), cuyo subsuelo fue dotado de un sistema de calefacción (hipocausto) destinado a caldear el alzado de la sala, configurándose como una suerte de sauna o sala cálida (caldarium), básica en el ritual romano del baño y presente en todas las construcciones termales del momento. Las dimensiones de este caldarium, la cuidada planificación de su construcción y los materiales utilizados en su decoración (mármoles, estatuas) nos permiten indicar un carácter público del edificio, levantado, sin ninguna duda, bajo los auspicios del poder Imperial.
Por lo que respecta a la cronología de los restos, aunque en su edificación se pueden apreciar dos momentos constructivos claramente diferentes, corresponden a un período situado entre fines del s. I y mediados del s. II d.C.
Con el tiempo, el edificio debió arruinarse, siendo afectado y reutilizado por nuevas estructuras levantadas en épocas posteriores, tales como el silo fechado entre los s. XII a XIV; los dos aljibes emplazados en su sector occidental, fechados a partir del s. XVI., o los pilares de hierro que soportan la estructura edificada del actual inmueble, levantado a principios de la década de 1990.
MEZQUITA DE TORNERÍAS
La mezquita de las Tornerías o mezquita de la Casa de las Tornerías, es un edificio de, probablemente, la segunda mitad del siglo XI, asentada sobre cimientos anteriores romanos, situada en el antiguo Arrabal de Francos, en Toledo. El edificio siguió manteniendo el culto musulmán, incluso mucho más allá de la reconquista de la ciudad por las tropas cristianas de Alfonso VI en 1.085, llegando hasta el período 1.498-1.505 en que sería desacralizada por los Reyes Católicos.
La mezquita se asentaba sobre los muros de depósitos de agua potable romanos. El gran desnivel del terreno hace posible su disposición en dos pisos lo que la hace especialmente singular. La planta baja se abre a los depósitos romanos con arcos de granito de medio punto. La planta alta, alberga el lugar de culto, conservándose restos del mihrab y el muro de la qibla. Su planta es irregular cuadrada y los espacios interiores se organizan como aquélla en nueve compartimentos de planta cuadrada, cubiertos con cúpulas vaídas de ladrillo, excepto el central, con especial relevancia en su cúpula nervada. Dispone de arcos de herradura sobre columnas bajas con capiteles macizos.
PASADIZO COBERTIZO
Este pasadizo enlaza la Catedral con el Palacio Arzobispal.
CATEDRAL
Iniciada en 1226, bajo el arzobispado de Jiménez de Rada y con la protección del Rey Fernando III “el Santo”, y levantada sobre el anterior templo visigodo y a su vez sobre la mezquita mayor de Toledo, que ocupaba parte de este mismo espacio, desde el primer momento grandes constructores y artesanos de diferentes épocas trabajarían en su fábrica, avanzándose en la construcción de sus naves durante el siglo XIV, y extendiendo el claustro sobre un viejo barrio judío (Alcaná) dedicado en gran parte al comercio. Numerosas fueron las propiedades de éstos expropiadas y derribadas para levantar espacios dedicados al templo toledano, dada la estrechez del espacio urbano que ocupa, inmerso en la mole de edificios que es Toledo, anteriormente y en la actualidad.
BARRIO DE LA JUDERÍA
El barrio de la judería, denominado así por las dos únicas sinagogas que permanecen en pie actualmente se encuentra donde hubo mayor concentración de la población judía, aunque en realidad en la ciudad llegó a haber más de diez sinagogas repartidas por todo su emplazamiento.
Sus límites serían las proximidades de la Puerta del Cambrón y los restos de construcciones defensivas por encima del Puente de San Martín, llamadas tradicionalmente el Castillo de los Judíos, continuando por la calle del Ángel. También la zona de la calle de Comercio y el solar ocupado desde el siglo XIV por el claustro catedralicio era conocida como la Judería o Alcaná ya que el comercio era una de las principales actividades de los judíos, que vivían encima de sus tiendas y talleres.