La Organización de las Naciones Unidas declaró el 29 de noviembre como la fecha para centrar la atención internacional en la situación palestina de modo que se garantice la continuidad del debate por los derechos de esta comunidad. Conozca más sobre la celebración.
Desde 1979, cada año, el 29 de noviembre se celebra el Día de la solidaridad con Palestina. Esta conmemoración fue creada por la Asamblea general de la ONU, en reconocimiento a la tragedia que la misma entidad multilateral propició en noviembre de 1947 con el Plan de partición de un territorio en el que coexistieron por miles de años varias religiones, con predominio de los árabes musulmanes. El Plan sugirió crear dos estados: uno árabe y otro judío, y Jerusalén como una entidad especial.
En mayo de 1948, antes del tránsito del Plan por el Consejo de Seguridad de la ONU, única instancia que podía instaurarlo, los nacionalistas judíos proclamaron la independencia y sobrevino la primera guerra con los estados árabes. Desarmados y sin unidad política, 600.000 palestinos tuvieron que huir, más de 300 aldeas fueron arrasadas y las relaciones económicas externas de los que pudieron quedarse pasaron al control israelí. El Plan le ofreció el 54 % del territorio a Israel y el resto a Palestina. En las guerras sucesivas y mediante el programa de colonización para instalar comunidades israelíes menguó aún más el espacio palestino.
Aunque la Declaración de independencia de Israel de 1948 prometió establecer un Estado multicultural, garante de los “derechos de completa igualdad social y política, sin distinción de religión, raza o sexo para todos los ciudadanos”, en el alto gobierno se impuso la línea radical del judaísmo, el sionismo, que se autoproclama el pueblo elegido. Este fundamentalismo impidió hasta ahora el reconocimiento del Estado palestino en el Consejo de Seguridad, por su influencia en la política estadounidense, se opone a la decisión de la ONU de dejar a Jerusalén como ciudad palestina e israelí compartida y acaba de aprobar la confesionalidad judía del Estado de Israel.
La agresión contra Palestina por parte de Israel y Estados Unidos se agravó en tiempos de Trump. Tres medidas son muestra de esta actitud hostil: en mayo, fue trasladada la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén; en julio, el parlamento israelí proclamó a Israel como “Estado nación del pueblo judío”, por lo que cristianos, drusos y musulmanes, entre otros, pasan a ser ciudadanos de segunda categoría; y en agosto Estados Unidos anunció la suspensión de sus aportes al programa de apoyo económico a cinco millones de refugiados palestinos. Son todas medidas en contravía de las disposiciones de la ONU. La buena noticia ante ese revés es que la comunidad internacional, salvo unas ínfimas excepciones, no patrocina más el atropello.
Por parte de Colombia, en 1947, el gobierno de Ospina Pérez defendió con ahínco los derechos del pueblo palestino. Consideró una afrenta romper la tranquilidad de esas comunidades, donde habían convivido musulmanes, cristianos y judíos, con un traslado masivo de población judía. Se oponía a crear un gueto en esa región. A cambio, propuso distribuir la población judía que emigraba de Europa en todos los países de la ONU. Fue la Doctrina López, defendida por Alfonso López Pumarejo, representante colombiano ante la ONU. Asimismo, tras la guerra de 1948, reclamó el Derecho al retorno de los refugiados, el pago de compensaciones y el reconocimiento del Estado Palestino. Con el paso de los años, se impuso la agenda económica de Colombia e Israel y se eclipsó nuestra solidaridad con Palestina. En 1984 empezaron las exportaciones de carbón desde el Cerrejón, Israel se hizo cliente prioritario, y de reversa las importaciones de productos biotecnológicos y las compras masivas de equipo militar pusieron la diplomacia de Bogotá a favor de los intereses de Israel.
De hecho, es al pueblo palestino al que el gobierno de Israel redujo a guetos. La población que pudo permanecer se compone de pueblos incomunicados, encerrados en pequeñas comunidades rodeadas por el muro y alambradas que circundan las colonias israelíes instaladas en su territorio. Israel les controla el agua, el comercio, los puertos y los aeropuertos. Del territorio asignado en el plan de participación, no poseen sino el 20%.
Consciente de la tragedia palestina y con la responsabilidad de portar el premio Nobel de la paz, una vez consultado el nuevo mandatario Iván Duque, el 3 de agosto de este año, el gobierno saliente de Juan Manuel Santos reconoció a Palestina como Estado independiente, libre y soberano. Esa decisión puso al país al lado de 138 países que reconcen al Estado palestino. De igual manera, ese paso le ahorró al gobierno entrante fastidiosas consultas con Israel. Sostener el apoyo al pueblo palestino es una de las medidas con las cuales Colombia puede contribuir a la superación de los fundamentalismos y el florecimiento de la tolerancia, la justicia y la coexistencia pacífica en el mundo de hoy.