
La prueba en el Islam es según la fe de cada uno; los más severamente probados entre la humanidad son los Profetas, luego los siguientes mejores y los siguientes mejores. El Profeta (PB) dijo:
“Cuando caigo enfermo, mi dolor es equivalente al dolor de dos hombres entre vosotros” (Al-Bujari)
El bendito Profeta (PB) llevó una vida a la sombra de los versos en los que Dios dice:
“En verdad, os pondremos a prueba con algo de temor, de hambre, de merma de riquezas, vidas y frutos. Pero ¡Da la buena nueva a los que sean pacientes! Aquellos que, cuando les aflige una desgracia, dicen: “¡En verdad, pertenecemos a Dios y, en verdad, a Él retornamos!” Ellos son los que obtienen las bendiciones y la misericordia de su Señor y ellos son los bien guiados.” (Corán 2:155-157)
1- Huérfano
La vida del Profeta (PB) fue difícil desde el principio. Nació huérfano y su madre no vivió mucho más.
Sin embargo, ser huérfano era una bendición disfrazada. El efecto que tuvo en el Profeta (PB) fue asombroso. Se convirtió en una persona más fuerte, tanto espiritual como mentalmente, preparándolo para su noble misión como Profeta, que pronto llegaría.
2- Muerte de seres queridos
El Profeta Muhammad (PB) se mudó a la casa de su tío Abu Talib y comenzó a trabajar en el comercio, donde conoció a su futura esposa, la noble Jadiya.
Pronto se hizo evidente que Dios lo había elegido para una enorme misión, la de la Profecía. Jadiya estuvo a su lado, ofreciendo no sólo apoyo emocional sino también financiero a su marido y a la nueva comunidad musulmana. Abu Talib fue un fuerte protector de su sobrino frente a las feroces amenazas de los paganos de La Meca.
Nuevamente prevaleció la muerte de seres queridos. Pronto perdería a su tío y a su amada esposa Jadiya ese mismo año, el año del dolor. Además, todos sus descendientes murieron durante su vida, excepto Fátima.
¿Hizo esto que el Profeta Muhammad (PB) guardara rencor al decreto de su Señor? Por el contrario, el equilibrio entre ser un Profeta devoto y un padre de buen corazón se manifiesta maravillosamente. Él (PB) dijo tras la muerte de su último descendiente varón Ibrahim:
“El ojo llora, el corazón se arrepiente. No pronunciaremos más palabras que las que nuestro Señor consienta”. Y añadió: “¡Por Dios! ¡Oh Ibrahim! Tu fallecimiento nos angustió mucho”. (Muslim)
3- Dificultades en La Meca
Durante los primeros trece años de su vida en La Meca, él y sus seguidores enfrentaron mucha persecución. ¡Incluso fueron privados de comida y agua! Fue en esta hambruna que Jadija, su amada esposa, murió.
Cuando los adversarios del Profeta (PB) aumentaron enormemente su persecución, sus compañeros le pidieron que maldijera los paganos. Sin embargo, el Profeta (PB) respondió:
“No he sido enviado para maldecir a los hombres sino para ser una bendición para ellos”. (Muslim)
El Profeta (PB) quiso cumplir su misión a pesar de las dificultades. Su naturaleza era impecable.
Esto es evidente en la historia de Taif. Fue a visitar el pueblo de Taif para invitar a su gente al Islam. Lo rechazaron, le arrojaron piedras y le hicieron sangrar. El ángel Gabriel se le acercó y le dijo:
“Dios ha oído lo que tu pueblo te dice y cómo te rechazan. Él ha ordenado al ángel de las montañas que obedezca todo lo que le digas.”
El ángel de las montañas lo llamó, lo saludó y le dijo:
“Envíame a hacer lo que desees. Si lo deseas, los aplastaré entre las dos montañas de La Meca”.
El Profeta (PB) dijo:
“Más bien, espero que Dios haga surgir de sus entrañas a aquellos que adorarán únicamente a Dios y no asociarán nada a Él.” (Al-Bujari)
Entre otros incidentes desafortunados está el que cuando el Profeta (PB) se ponía de pie para orar, sus enemigos se acercaban a él y silbaban y aplaudían para molestarlo, pero el Profeta ni siquiera mostró hostilidad una sola vez.
Incluso, cuando el Profeta (PB) estaba orando en la Kaaba mientras sus enemigos lo observaban, uno de sus oponentes puso sobre su espalda el intestino de un camello sacrificado durante su postración. El Profeta no reaccionó y permaneció en esa posición. Su hija, Fátima, se apresuró a quitarle la suciedad de la espalda y lo limpió.
Las pruebas y calamidades son una prueba y son un signo del amor de Dios por una persona. Según un hadiz auténtico:
“La mayor recompensa viene con la mayor prueba. Cuando Dios ama a un pueblo, lo pone a prueba. Quien acepta eso gana Su satisfacción, pero quien está descontento con eso gana Su ira.” (At-Tirmidhi)
4- Dificultades en Medina
En la batalla de Uhud, cuando sus enemigos de La Meca atacaron a los musulmanes, el Profeta Muhammad (PB) sufrió heridas en la cabeza y le rompieron los dientes frontales. Cuando la sangre empezó a salir de su cabeza, se la secó diciendo:
“Si una gota de mi sangre cayera sobre la tierra, esos infieles serán destruidos por Dios”.
Umar le dijo: “¡Oh Mensajero de Dios, maldícelos!” El Profeta respondió:
“No fui enviado (por Dios) a maldecir. Fui enviado como una misericordia.”
Entonces el dijo:
“¡Oh Dios, guía a mi pueblo!”
Otra manifestación de su carácter paciente es la historia del daño que le infligió su vecino judío. Se informa que uno de los vecinos del Profeta era un judío que lo odiaba. Cada día tiraba basura en su camino.
El Profeta (PB) nunca lo reprendió. Un día, el judío no apareció. El Profeta preguntó por él y le dijeron que estaba enfermo. Entonces, fue a comprobar cómo estaba él y su salud. Al ver esto, el judío abrazó el Islam.
El Profeta Muhammad (PB) dijo:
“Por Dios no es creyente, por Dios no es creyente, por Dios no es creyente, con quien sus vecinos no están seguros”. (Al-Bujari)
Nuevamente el Profeta Muhammad (PB) tuvo la oportunidad de vengarse cuando entró triunfante en La Meca finalmente. Los líderes de los paganos acudieron a él temiendo que los matara como hacen todos los conquistadores. Pero en lugar de eso, dijo:
“¡Id! ¡Todos sois libres!”