A medida que avanzamos en la vida, aquellos de nosotros que tenemos el privilegio de vivir por encima del umbral de la pobreza nos enfrentamos a un conjunto único de desafíos.
Tenemos suficiente comida para comer, una vivienda, y la mayoría de nosotros incluso podemos permitirnos los pequeños lujos de la vida.
Físicamente tenemos todo lo que necesitamos, pero espiritual y emocionalmente estamos privados.
Nuestras mentes están llenas de tristeza y preocupación. El estrés y la ansiedad aumentan.
A medida que reunimos posesiones, nos preguntamos por qué no somos felices.
El propósito de la vida
Una vida que está muy alejada de Dios es realmente una vida triste. No importa cuánto dinero acumulemos, o cuán grande sea nuestra casa, si Dios no es el centro de nuestras vidas, la felicidad nos eludirá para siempre. La verdadera felicidad solo se puede encontrar cuando al menos intentamos cumplir nuestro propósito en la vida.
Los seres humanos existen para adorar a Dios. Dios quiere que seamos felices en esta vida y en el Más Allá, y nos ha dado la llave de la verdadera felicidad. No es un secreto ni un misterio. No es un enigma o un rompecabezas. Es el Islam.
“Y Yo (Dios) no creé a los yinn ni a la humanidad excepto para que Me adoraran.” (51:56)
El Islam explica claramente nuestro propósito en la vida y nos da pautas a seguir para hacer más fácil nuestra búsqueda de la felicidad. El Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad (PB) son nuestras guías para una vida completamente libre de tristeza y preocupación.
Sin embargo, esto no significa que no seremos probados porque Dios dice muy claramente en el Corán que Él nos probará. Nuestras vidas estarán llenas de situaciones que requieren que busquemos a Dios y dependamos de Él. Dios nos promete que recompensará a los que sean pacientes, nos pide que seamos agradecidos con Él y nos dice que ama a los que ponen su confianza en Él.
“Poned vuestra confianza en Dios. Ciertamente, Dios ama a los que ponen su confianza en Él.” (3:159)
“Los creyentes son solo aquellos que, cuando se menciona a Dios, se estremecen y cuando se les recitan Sus versos (este Corán), aumentan su fe; y ponen su confianza en su Señor solo.” (8:2)
La vida está llena de triunfos y tribulaciones. A veces es una montaña rusa. Un día nuestra fe es alta y dulce; al siguiente se ha desplomado y nos sentimos tristes y preocupados.
La forma de equilibrar nuestro viaje es confiar en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Incluso cuando suceden cosas aparentemente malas, hay un propósito y sabiduría detrás de ellas. A veces, el propósito solo lo conoce Dios; a veces es obvio.
En consecuencia, cuando nos damos cuenta de que no hay poder ni fuerza excepto de Dios, podemos comenzar a relajarnos. El Profeta Muhammad (PB) una vez le recordó a uno de sus jóvenes compañeros que Dios era Todopoderoso y que nada sucede sin Su permiso.
“Joven, respeta los mandamientos de Dios, y Él te protegerá en esta vida y en la venidera. Respeta los mandamientos de Dios y Él te ayudará. Cuando pidas algo, pídeselo a Dios, y si buscas ayuda, busca ayuda en Dios”.
“Debes saber que si las personas se unieran para hacerte algún beneficio, podrían beneficiarte solo con lo que Dios ha registrado para ti, y si se unieran para hacerte algún daño, podrían dañarte solo con lo que Dios ha registrado para ti”. (At-Tirmidhi)
Confianza en Dios
Cuando somos conscientes del hecho de que Dios tiene control sobre todas las cosas y que, en última instancia, quiere que vivamos para siempre en el Paraíso, podemos comenzar a dejar atrás nuestra tristeza y preocupación. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Dios nos ha dado una guía clara y Él es el Más Misericordioso y el Más Perdonador.
Si las cosas no salen según nuestro plan, si no vemos los beneficios de los desafíos que enfrentamos en la vida, puede volverse muy difícil no desesperarse y caer presa del estrés y la ansiedad. En este punto, debemos aprender a confiar en Dios.
“Si Dios os ayuda, nadie podrá venceros y si os abandona ¿Quién podrá ayudaros después de Él? ¡Que los creyentes confíen en Dios!” (3:160)
“Di: “Él es mi Señor. No hay dios sino Él. En Él confío y a Él me vuelvo arrepentido”.” (13:30)
“Tendremos paciencia ante aquello con lo que nos molestáis. Quienes confían, deben confiar en Dios.” (14:12)
Como creyentes, nuestra confianza en Dios debe ser constante, en todas las situaciones, buenas, malas, fáciles o difíciles. Todo lo que sucede en este mundo sucede con el permiso de Dios.
Él provee el sustento y Él es capaz de retirarlo. Él es el maestro de la vida y la muerte. Dios determina si somos ricos o pobres y si estamos sanos o enfermos.
Damos gracias a Dios por darnos la capacidad de esforzarnos y de salir a adquirir lo que es bueno para nosotros.
Cualesquiera que sean nuestras circunstancias, debemos agradecer y alabar a Dios por ellas.
Si es necesario, debemos soportar nuestras dificultades con paciencia y, sobre todo, debemos amar y confiar en Dios.
Cuando la vida se vuelve oscura y difícil, debemos amar más a Dios; cuando nos venza la tristeza y la preocupación, debemos confiar más en Dios.