La pandemia de coronavirus nos obligó a pasar tiempo a solas con nosotros mismos y con nuestra familia. ¿Cómo vivir estos días de cuarentena? Podemos acostarnos en el sofá, atacar el refrigerador, dormir hasta el mediodía, pasar el rato en Instagram hasta las tres de la mañana, quejarnos ante la comunidad de Internet sobre lo aburrido que es quedarse en casa. Pero, ¿no es mejor usar estos días, repentinamente liberados de todos los asuntos habituales para lograr el máximo beneficio para nuestro cuerpo y nuestra alma? Ofrecemos algunas sugerencias que pueden llevar a un aumento espiritual sin precedentes y que, en lugar de buscar un pasatiempo aburrido entre cuatro paredes, convertirán nuestro autoaislamiento en una práctica espiritual completa.
Recordar en qué mes estamos
Estamos en el bendito mes de Shaaban un mes de purificación, un mes para obtener bendiciones. Según el hadiz, a aquel que ayune en el mes de Sha’ban durante tres días al principio, tres a la mitad y tres al final, el Todopoderoso registrará la recompensa como setenta profetas.
El autoaislamiento es un buen momento para ayunar. Al abstenerse de comer durante el día, nos prepararemos para el próximo Ramadán, nos purificaremos física y espiritualmente y también ahorraremos dinero.
Leer el Corán
Leamos el Corán. No pasemos todo el tiempo hojeando las redes sociales. Leamos el Sagrado Corán. Memoricemos suras. Escuchemos la hermosa Palabra del Todopoderoso. Enseñemos el alfabeto árabe a los niños. Estudiemos la vida del Profeta Muhammad (PB): ¿Podemos comparar las pruebas que él y sus compañeros pasaron con las dificultades que enfrentamos nosotros?
Leamos libros que llenen nuestro corazón de luz y nos hagan recordar al Creador, miremos películas sobre la historia del Islam, realicemos una “purga” en nuestras redes sociales. Dejemos de seguir a los blogueros que siembran el pánico o difunden noticias falsas.
Cuarentena familiar
Pasamos poco tiempo catastróficamente con las personas más queridas. Con los padres, cónyuges e incluso con los hijos. A veces no tenemos tiempo suficiente, ni siquiera para llamar a nuestros padres, cenar con toda la familia y leer cuentos antes de dormir a los niños. Sufrimos el trabajo excesivo, el estrés y el cansancio.
Ahora nos vemos obligados a permanecer en nuestros hogares, y debemos aprovechar esta oportunidad para recordar qué es una familia. Familia, no son “cinco minutos de la mañana, en el desayuno, y luego todos se van a su trabajo-estudio”. No es estar “todos enfrascados en su teléfono, porque después de un día de trabajo no hay nada más”. La familia es algo mucho más grande, más profundo y más valioso.
Comuniquémosnos con nuestros padres con la mayor frecuencia posible, juguemos con los niños, ¿recordamos la última vez que jugamos solo con ellos? Hablemos con nuestros familiares. Nos sorprenderemos al ver que viven personalidades interesantes cerca de nosotros.
Aislamiento, el camino hacia el autoaprendizaje
El ritmo de nuestra vida se ha acelerado tanto que a veces no tenemos tiempo no solo para nuestra familia, sino también para nosotros mismos. Siempre estamos apurados. Las oraciones se realizan apresuradamente, en pocos minutos y a veces cuando la lengua menciona al Creador, los pensamientos y el corazón están en algún lugar lejano.
Hoy tenemos tiempo para realizar un trabajo exhaustivo para eliminar nuestros errores. ¿Cuántas veces al día pensamos en el Todopoderoso, cuántas veces Le agradecemos y nos disculpamos sinceramente por nuestras faltas? Debemos recordar que este es el segmento más corto en nuestro camino, que se llama “vida terrenal”, y ¿cuánto nos preocupamos por la eternidad? ¿De qué tenemos más miedo, de la crisis económica o de perder el amor del Creador? Todos debemos responder a estas preguntas. Nos detenemos, recuperamos el aliento y avanzamos.
Sí, el futuro está nublado, sí, el mundo no es estable, pero tenemos luz y hay siempre un apoyo. “Así, en verdad, con la dificultad, la facilidad. En verdad, junto a la dificultad, la facilidad” (94:5-6)