La palabra “alminar” o “minarete” significa “lugar donde algo está iluminado” o que “irradia luz”, es decir, un tipo de “torre de luz” o “un faro”.
En los siglos anteriores, los alminares de las ciudades costeras eran utilizados como faros, que ayudaban a guiar a los barcos hacia un curso correcto.
La principal función de los alminares es, por supuesto, el llamamiento a los musulmanes para acudir a la mezquita para las oraciones, que ellos realizan cinco veces al día. Los almuédanos suben las escaleras hasta lo alto del alminar esas cinco veces para recitar el adhan. Cuanto más alto es el alminar más lejos se oye la voz del almuédano.
Aunque hoy no existe la necesidad de los alminares debido a la presencia de altavoces y equipos que amplifican el sonido, ellos continúan siendo erigidos para preservar la apariencia tradicional de las mezquitas.
En las primeras mezquitas, los alminares estaban, sin embargo, ausentes debido a su simplicidad.
Un hadiz transmitido por Abu Daud dice en relación a la historia de Ibn Saad:
“Mi casa era la más alta (en Medina) y Bilal pronunciaba el adhan desde ella. Cuando se completo la construcción de la Mezquita, el adhan era pronunciado desde su tejado. Más tarde, él lo pronunciaba desde la cima de una colina”.
Con el tiempo, los musulmanes comenzaron a construir torres separadas para el anuncio del adhan.
Según algunas versiones, los primeros alminares fueron erigidos en la Mezquita Amr ibn al Asa, en Fustat (El antiguo Cairo) bajo la dirección del gobernador Masliam ibn Muhallad (m. 682). Había cuatro torres construidas en las esquinas de la mezquita.
Esta versión es considerada la más digna de crédito. Al mismo tiempo, el primero que pronunció el adhan desde uno de estos alminares fue Shurajbil ibn Amr.