El Islam condena la violencia en cualquier forma, excepto cuando se trata de una legítima defensa. Y esto afecta en primer lugar a las mujeres y los niños. El Profeta (PB) nunca durante su vida llevó a cabo actos ofensivos, a través de palabras o acciones, que supusieran un insulto o maltrato hacia sus mujeres. En su sermón de la Despedida, él pidió a los musulmanes varones que nunca violaran los derechos de las mujeres.
En el caso de que un marido se encuentre molesto con algún aspecto de la actitud de su mujer, él debe mostrar a su mujer su malestar e intentar convencerla de que su postura es la justa, en caso de serlo. Luego, él puede abandonar el lecho matrimonial hasta 4 meses. Todo ello hace comprender que la religión musulmana llama a resolver los problemas y a lograr la reconciliación por medio del diálogo o, en su caso, la separación. Si la situación no se arregla, entonces aparece la solución del divorcio.
El Islam rechaza los insultos al cónyuge, las expresiones groseras o denigrantes y, en mucha mayor medida, cualquier agresión física o psicológica.
En caso de que una mujer tenga que hacer frente a un marido maltratador, existen varias soluciones. La primera sería que este aceptara someterse a una terapia psicológica y que esta funcione, pero en otro caso la mujer debe buscar el apoyo de padres, familiares y, por supuesto, de las autoridades que pueden poner a su disposición un elenco de posibilidades, incluyendo órdenes de alejamiento. También es posible acudir a las autoridades religiosas para que utilicen su influencia sobre el marido u otros miembros de la comunidad para que ayuden a la víctima.
Sin embargo, no es concebible una vida matrimonial sin disputas ocasionales. Una mirada dura o una mala palabra por parte del marido no es una razón para que la mujer se considere víctima de violencia doméstica, y la mujer, por supuesto, no debe lanzar acusaciones gratuitas so pena de convertirse en culpable de un delito de calumnias, que tiene consecuencias penales en muchos países, además de la repulsa social que ello entraña.
En todo caso, una situación de maltrato suele acabar en una situación de divorcio y de protección administrativa de la mujer con el fin de salvaguardar los bienes jurídicos más importantes aquí que son la vida e integridad física de la persona.