“En verdad, Dios posee el conocimiento de la Hora. Él hace descender la lluvia y conoce lo que hay en el seno materno. Y ningún ser sabe lo que obtendrá mañana y nadie sabe en que tierra ha de morir. En verdad, Dios todo lo sabe, está bien informado”. (31:34)
En la interpretación de este verso coránico, Ibn Kathir dice:
“Estos hechos pertenecen al conocimiento que Dios se reserva para Sí Mismo. Y nadie lo conoce excepto si Dios se lo revela. Ni los profetas ni los ángeles conocen cuando llegará la Hora. Nadie sino Dios conoce su llegada.”
De este modo, nadie excepto Dios conoce el futuro y qué le deparará: felicidad o infortunio. Nadie sino Dios conoce dónde, cuándo y cómo el ser humano abandonará este mundo.
También implica que todos aquellos adivinos o personas que afirmen conocer el futuro no solo mienten sino que cometen un grave pecado al pretender tener un conocimiento que únicamente Dios posee.
Esta aleya muestra las auténticas limitaciones y la falta de poder de las criaturas del Todopoderoso. No importa qué tipo de conocimiento el hombre reúna o las alturas tecnológicas a las que llegue en su desarrollo, el futuro continuará siendo un misterio, pese a las predicciones que puedan realizarse.
Esta es una gran sabiduría de Dios, que ayuda a una persona a no creerse omnipotente y a no alimentar su orgullo. Ayuda al siervo de Dios a comprender cuál es su verdadera naturaleza y a hallar la felicidad y la armonía en este futuro y en la vida eterna obedeciendo los mandatos divinos.