El último fin de semana de julio, como todos los años, tiene lugar en Vieux-Marché, en Côtes-d’Armor, la peregrinación cristiano-islámica alrededor de las figuras de los Siete Durmientes de Éfeso, conocidos en la tradición musulmana bajo el nombre de Ahl al Kahf, “La Gente de la Cueva”.
Esta ceremonia fue establecida en 1954 por el islamólogo Louis Massignon, quien la injertó en una antigua peregrinación bretona.
La peregrinación se ha celebrado todos los años siguiendo el mismo rito: se recita la Sura XVIII (Ahl al Kahf) frente a la fuente. Más tarde, sigue una misa, seguida, en la noche, por un fuego y muestras de alegría acompañadas por una canción popular en bretón llamada gwerz. El conjunto está marcado por un simposio que reúne a representantes de las tres religiones monoteístas, así como a los agnósticos, en el marco de un espíritu de diálogo y apertura hacia los demás.
En el relato cristiano y en la Sura XVIII algunos detalles son idénticos: huyendo de las persecuciones religiosas, los jóvenes se ven obligados a refugiarse en una cueva; luego se sumergen en un sueño profundo, del cual no se despertarán hasta varios cientos de años después. Considerados como santos en ambas religiones, muchos santuarios han sido dedicados a estas personas, tanto en Oriente y como en Occidente, desde Yemen a Escandinavia, y desde Gran Bretaña a China, como la Mezquita de Kara-Joya en Turpan, en el Turquestán Oriental.
El santuario original está sin embargo en Turquía, no lejos de la ciudad de Selcuk. Se encuentra en el sitio antiguo de Éfeso, el del Monte Peion (Panayir Dag), que también alberga el Panaya Kapulu, la Casa de María, sitio de la Asunción de la Virgen. Ambos siguen siendo hoy en día lugar de visita de miles de peregrinos, tanto musulmanes como cristianos (Ziyara en el Islam significa “visita al mausoleo de un santo”, en contraposición al Hayy o Peregrinación a Meca).
Si en las sociedades descristianizadas de Occidente, los Siete Durmientes son hoy casi desconocidos, incluyendo entre los creyentes, ellos siguen siendo unánimemente conocidos en la tierra del Islam. La Surah de la Gente de la Cueva se lee todos los viernes en las mezquitas, y esto, desde los primeros tiempos del Islam, en base a un famoso hadiz: “Al que recite la Surah al Kahf el viernes, un resplandor le vendrá por debajo sus pies hasta llegar el horizonte celestial y lo hará brillar en el Día del Juicio. Sus pecados cometidos entre los dos viernes le serán perdonados”.
En la tradición cristiana, los “Siete Santos durmientes” (Maximiano, Malco, Marciano, Dionisio, Juan, Serapión y Constantino) fueron objeto de diversos cultos a partir del siglo VI.
Invocar su protección fue a lo largo de la Edad Media una práctica común en Europa, que, más tarde, fue retomada por el protestantismo en sus orígenes, antes de caer gradualmente en desuso.
A riesgo de sus vidas, los Siete Durmientes se negaron a abjurar de su fe. Por tanto, ellos se encuentran entre los muchos mártires cristianos de los primeros siglos. Testigos de su propia “resurrección”, figuran en el más alto rango de los testigos del amor eterno de Dios por haberse entregado a Él y haber sido objeto de Su misericordia.
De manera similar en el Islam, encarnan a creyentes oprimidos por una fuerza política que les impide vivir libremente su fe. Ellos deciden exiliarse voluntariamente confiando en la voluntad divina. Su inquebrantable lealtad, justamente recompensada, subraya la necesidad de confiar en Dios, incluso en los casos más desesperados.