Como si de un rayo de luz se tratara, Mehrad Alizadeh guía con su energía y pasión, a todas las personas que, perdidas y desorientadas, llegan cada día hasta la sede de Cepaim Extremadura, en Navalmoral de la Mata. En los momentos más oscuros, el coordinador regional de la ONG aporta la esperanza y motivación necesarias para que refugiados, inmigrantes y personas en situación de vulnerabilidad, empiecen a construir un nuevo futuro. Poco después de reunirse con el presidente del Gobierno, con motivo de su visita a la localidad extremeña, Mehrad nos recibe en su despacho para hablar de la labor de Cepaim y la ayuda que está prestando a los refugiados afganos, llegados hace unos días a España.
¿Cómo llegaste a Cepaim Extremadura?
Empecé a trabajar con Cepaim como mediador intercultural. Conocía la cultura, el idioma y la condición de refugiado. Yo mismo tuve que salir de Irán siendo muy joven. Mi trabajo aquí era mediar entre los autóctonos y los inmigrantes. Estuve varios años ejerciendo esta función. A partir de 2011, bajó el número de trabajadores y me quedé solo. Fue entonces cuando asumí el cargo de coordinador. En 2013, se incorporó más gente al equipo. Desde entonces, no hemos parado de crecer. Ahora somos una veintena de compañeros.
¿Cómo describirías vuestro día a día?
Siempre hemos recalcado que nuestro objetivo son las personas, trabajar para mejorar su situación y dar respuesta a las necesidades que tienen, tanto en Mérida, como en Navalmoral. Nuestra política es trabajar en alianza con otras entidades del sector, la administración pública y, sobre todo, los vecinos.
Has podido estar en contacto, estos días, con varios refugiados afganos, ¿qué pasa por tu cabeza cuando trabajas con gente en una situación de tanta vulnerable?
Me he sentido muy identificado. Hace 30 años, yo estuve en su situación. A esa edad, también salí de mi país. Viví sus mismos miedos. Es curioso ver como vuelven esos sentimientos. De hecho, durante el confinamiento recordé lo que sentí cuando estaba en Irán, antes de irme a Suecia. Estaba encerrado en casa y no podía salir por culpa de los bombardeos. Aunque pasen los años, esas emociones nunca se van.
Te has reunido con el presidente del Gobierno, ¿de qué habéis hablado?
Se ha mostrado muy interesado por nuestra labor. Conoce todo lo que estamos haciendo en Extremadura. Nos ha agradecido la ayuda que hemos prestado a los refugiados afganos que han llegado a Torrejón de Ardoz. Yo mismo fui a darles la bienvenida. Se les veía cansados, pero contentos por dar con alguien que les entendiera y con quién pudieran comunicarse. En total, han llegado 14 personas: 8 se van a quedar en Navalmoral y 6 en Mérida. Estoy muy agradecido por estar donde estoy y de poder apoyar a esas personas. Es muy enriquecedor a nivel emocional, mental y espiritual.
Desde Cepaim habéis convertido el deporte en un gran elemento integrador. ¿Cuál es el secreto de este éxito?
Es importante encontrar algo que motive a estas personas y con lo que se sientan cómodas y estimuladas. Las personas que vienen de fuera llegan con un bagaje cultural muy rico y es bueno aprovecharlo, ponerlo en valor. En 2005, decidí introducir el yoga en el pueblo. Nadie lo conocía, pensaban que era una religión. Varios años después, mis alumnos se están formando para impartir ellos mismos clases.
Varios colegios extremeños cuentan entre sus asignaturas con Religión Islámica. ¿Cómo se ha recibido esta iniciativa entre los vecinos?
Los conocimientos de religión deben estar al alcance de todo el mundo a modo de proyecto educativo. En Suecia, por ejemplo, no hay enseñanza de una religión, hay conocimiento de religiones. Se enseñan los valores e historia de todas las religiones. Es muy enriquecedor.
En Cepaim ayudáis a inmigrantes musulmanes, pero también gente de otras culturas.
Nosotros no limitamos nuestra ayuda a una creencia, país o religión. La convivencia es la clave. Nuestro espacio está abierto al debate, a los encuentros sociales, a las celebraciones religiones como el Ramadán. Hemos querido marcar esta política desde el principio. Fomentamos que las personas estén aquí y puedan seguir con sus creencias.