Los orígenes de Madrid son difusos para muchos de sus habitantes. Algunos madrileños se sorprenderían si supieran que la ciudad es la única capital europea de fundación islámica y que nació entre los años 852 y 871, con el objetivo de proteger la frontera entre los musulmanes y los reinos españoles que quedaban.
Uno de los motivos principales por el cual gran parte de su historia se haya perdido en los ecos del tiempo es que no quedan apenas vestigios de aquel pasado. “Realmente quedan muy pocos restos del Madrid islámico, ya que fueron destruidos cuando la ciudad se convirtió en capital con Felipe II. Cuando los Austrias intentaron erigir una urbe a medida de su imperio, destruyeron todo aquello que a su juicio descuadraba”, explica Daniel Gil-Benumeya, coordinador científico del centro de estudios del Madrid islámico y autor de ‘Madrid Árabe’, a idealista news. “Lo poco que queda es gracias un poco a un milagro y un poco a casualidad”, añade.
Un poco de historia
Para conocer la historia de Madrid hay que retroceder hasta el emirato de Mohamed I de Córdoba. Este emir, perteneciente a la dinastía Omeya, ordenó construir una fortaleza junto al río Manzanares -lugar en el que hoy se encuentran la catedral de la Almudena y el comienzo de la calle Mayor-, con la misión de proteger Toledo.
“Según las fuentes árabes, Mohamed I de Córdoba comenzó su emirato en el año 852 y en el año 871 ya se había construido Madrid. En esos 19 años se sitúa la horquilla temporal en la que nació Madrid”, explica Gil-Benumeya.
Tiempo después de la construcción de la muralla, en los terrenos colindantes fue brotando un pequeño asentamiento al que se le bautizó como ‘Mayrit’, que significa ‘tierra rica en agua’, y que acabó transformándose en lo que hoy conocemos como Madrid, tanto a nivel lingüístico como geográfico. Cuando el califato de Córdoba desaparece, Madrid se une al reino taifa de Toledo.
Con la rendición de Toledo a Alfonso VI, entre 1083 y 1085, Madrid pasa a ser cristiana. “Los 500 años posteriores a la conquista, la ciudad tuvo una minoría musulmana bastante importante, no en términos numéricos, pero sí en profesionales, ya que controlaban las profesiones ‘importantes’, por ejemplo, alarife (arquitecto) o herrero”, señala el arabista. “De esta época, todavía siguen en pie varios de estos edificios, que pertenecen al arte mudéjar, que es un híbrido entre los estilos arquitectónicos musulmanes y los cristianos (románico y gótico) de la época. Por ejemplo, la iglesia de San Nicolás, la iglesia de San Pedro el Viejo o la ermita de Santa María la Antigua”.
En términos generales, la historia de Madrid se resume en la milenaria frase que hoy se encuentra plasmada en un grafiti sobre un edificio de la plaza Puerta cerrada: “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”. Para comprender este lema hay que separarlo en dos partes. Por un lado, “fui sobre agua edificada” alude que los árabes fundaron la ciudad en esta zona por la abundancia de acuíferos, aguas subterráneas y el arroyo que cruzaba la actual calle Segovia.
Por el otro lado, “mis muros de fuego son” hace referencia a las murallas del Madrid primitivo, que estaban hechas de sílex, lo que provocaba que cada vez que una flecha impactara contra la roca saltaran chispas y pareciese que era una fortaleza de llamas.
El agua, elemento esencial
Como se ha mencionado unas líneas más arriba, el agua fue el recurso que provocó que ‘Mayrit’ se construyera aquí y que propició su crecimiento, auge y que, finalmente, se constituyera como capital hasta nuestros días.
Esto sucedió gracias a una innovación que trajeron los musulmanes, que a su vez habían aprendido de los persas: los viajes de agua. “Los viajes de agua consisten en unas larguísimas galerías que transportaban el agua desde las capas freáticas situadas en las afueras de Madrid hasta la ciudad”, explica Gil-Benumeya.
Este sistema de obtención de recursos hídricos, que se estima que mide alrededor de 124 kilómetros, lo importaron los andalusíes, pero realmente se desarrolló y mejoró en los siglos venideros. “Hoy Madrid está alimentado por el Canal de Isabel II, pero hasta su construcción, a mediados siglo XIX, se seguían utilizando estos viajes de agua, llegando incluso a utilizarse hasta los años 60 o 70 del siglo pasado”, señala el arabista. “Hay barrios de Madrid que reciben su nombre directamente de estos canales de agua como Canillas o Canillejas”, añade.
Ruta por el Madrid islámico
estás interesado en este aspecto de la historia de Madrid, debes saber que actualmente se realizan visitas guiadas a través de la Casa Árabe o de la Fundación de Cultura Islámica. Hagamos un recorrido a través de la historia.
Ya que el antiguo Madrid fue fundado por el emir Mohamed I de Córdoba, empezaremos el recorrido por el parque que lleva su nombre. En este lugar, justo debajo de la Catedral de la Almudena, se encuentran 100 metros de restos de la muralla islámica de la capital. “Madrid tiene varios círculos concéntricos de murallas de distintas épocas. La primera es la musulmana, que era bastante ‘pequeña’, abarcaba unos 40.000 m2. La población, en la época islámica, se situaba alrededor de esa fortaleza. Cuando Alfonso VI conquista la ciudad lo primero que hace es construir otra muralla rodeando los arrabales”, explica Gil-Benumeya.
El siguiente trozo de muralla se encuentra debajo del Museo de Colecciones Reales, pero no visible al público, ya que el museo no ha abierto sus puertas aún. “Se piensa que bajo la sede del Consejo de Estado hay otro trozo de muralla, pero debido al carácter de dicha institución nadie ha podido comprobarlo. Luego continuaría por la calle del Factor, que podría haber sido el foso de la muralla”, narra el arabista.
Todos estos lugares conforman lo que se denomina la ‘Almudaina’, que significa la pequeña ciudad o ciudadela. De esta palabra se derivó a Almudena, que curiosamente es la patrona de Madrid.
“Existe una hipótesis que teoriza que puede existir una muralla de la época del Madrid musulmán o posterior a la época del emir Mohamed I llamada la ‘Medinilla’, cuyos restos visibles están en dos bares: Korgui (calle del Rollo, 8) y Casa a la Malicia (calle de Segovia, 16).
Aunque la ubicación sea poco glamurosa, la siguiente parada debe hacerse en el parking de la plaza de Oriente, así que, si alguna vez tienes que buscar aparcamiento por la zona puedes aparcar allí y contemplar la Torre de los Huesos, una atalaya defensiva que data del siglo XI. Con un nombre digno de Juego de Tronos, la edificación fue bautizada así dada su proximidad con el antiguo cementerio islámico de la Huesa del Raf.
Si continuas la travesía del Madrid árabe, llegarás hasta la Plaza de Ramales. Allí se encuentra uno de los silos que dejaron para la posteridad. “En Madrid se conservan varios de los silos de principios de la época andalusí. Estos silos son los restos que más información proporcionan sobre aquel periodo de la historia de la capital, ya que muestran que almacenaban, comían, etc.”, explica el arabista.
Un legado desconocido
Muchos de los hitos de la creación de Madrid son desconocidos por sus habitantes como que el eje principal de Madrid, la Calle Mayor es origen andalusí. “Creo que los madrileños no tienen conocimiento de estas raíces musulmanas de la ciudad. Una de las causas que puede que haya propiciado esto es que la historia de Madrid era demasiado pobre para Felipe II, es decir, para los Austrias, así que se inventaron una historia incluso llegando a fechar la creación de Madrid antes de la fundación de Roma. Hasta inventan un héroe mitológico griego que fundó la ciudad. Aunque eso no tiene ninguna base científica, sí que ha creado un poso en el imaginario colectivo de los madrileños”, expone Gil-Benumeya.
Para acabar el reportaje, Gil-Benumeya relata una escalofriante anécdota. “En 2006, al excavar en la planta baja del número 68 de la calle Toledo, se encontraron más de 60 tumbas de los siglos XI y XV. Estas pertenecían cementerio musulmán, el más antiguo y desconocido de Madrid. Al contrario que otros camposantos, cuyos restos han sido desplazados en algún momento, en el caso del cementerio musulmán simplemente se construyó encima. Todas las manzanas entre la calle Toledo y Humilladero constituyen hoy el cementerio musulmán. Debajo de todas las casas siguen estando todos los cadáveres”.