El Collar de la Paloma del Alma de Abu Muhammad Ali Ibn Hazm es, según expertos como Emilio García Gómez, la obra más importante escrita durante el período de Al Andalus y una de las más relevantes joyas literarias de la literatura en lengua árabe de todos los tiempos. Se trata de un texto narrativo, argumentativo y descriptivo al mismo tiempo y el ejemplo por excelencia de una obra de amor cortés en idioma árabe y un contexto andalusí.
El primer capítulo de la obra es el Discurso sobre la esencia del amor. En él, el autor nos cuenta su visión sobre el amor, que está basada en su propia experiencia y también la de personas dignas de confianza, describiendo así como amaron las gentes de la Córdoba de Al Andalus durante el tiempo de los gobernantes omeyas. Algunos autores consideran este libro como autobiográfico teniendo en cuenta que el autor, narrador y personaje principal coinciden y que el relato es verídico.
Se trata un tratado del amor y un proxímetro al mismo tiempo. Alude a El Banquete de Platón y tiene referencia al misticismo abasí, concretamente al Libro de la Flor de Ibn Daud de Isfahan, uno de los máximos exponentes del amor de Bagdad (amor cortés árabe). De dicho libro tomó Ibn Hazm el mito del Andrógino que aparece en El Collar de la Paloma del Alma (La literatura griega y su posición de Pilar Hualde Pascual. Pg 249). Cabe señalar aquí también la conexión de Ibn Hazm con el sufismo y concretamente con el amor místico, que utiliza este mismo lenguaje amoroso, pero en el que el objeto de deseo y unión es Dios.
El libro fue escrito en teoría a petición de un amigo -cuyo nombre no es mencionado- que le escribe una carta desde Almería a la corte de Játiva, en la que le pide a Ibn Hazm que “componga una carta en la que le pinte el amor, sus aspectos y causas”. Y en base a esto el autor decide componer una risala basada en sus ideas y experiencias.
En esta primera razón de la redacción de esta risala se pone de manifiesto el aprecio que Ibn Hazm sentía por sus amigos. Son muchas las referencias en El Collar de la Paloma en las que se refiere al valor de la amistad. Así, por ejemplo, se refiere al afecto que había perdido con respecto a uno de sus amigos que “era de naturaleza ponderado, sufrido y manso”. Por ello, Ibn Hazm buscó la forma de recuperar la amistad con él. No hay por qué dudar, pues, de que la obra sea, en efecto, una consecuencia de los intentos de Ibn Hazm de conservar su amistad con su amigo almeriense.
En el primer capítulo Sobre el discurso del amor, Ibn Hazm aborda la naturaleza del amor en el siguiente párrafo: “Difieren entre sí las gentes sobre la naturaleza del amor y hablan y no acaban sobre él. Mi parecer es que consiste en la unión entre partes de almas que, en este mundo creado, andan divididas, en relación a como primero eran en su elevada esencia”.
“Ocurre también que el alma del amante se siente libre, y al saber donde se halla la otra alma con quien estuvo unida, va tras ella, desea alcanzarla y la atrae cuanto le es posible, del mismo modo que el hierro atrae a la piedra imán”. En este símil, presenta el hierro como más fuerte, con mayor potencia que el imán. Es precisamente esa energía la que origina que se dirija el amante hacia su igual y se sienta atraído por él. De este modo, Ibn Hazm opina que “el amor ejerce sobre las almas un decisivo imperio, una fuerza contra la que no es posible rebelarse”. Y añade: “Reconocemos, por tanto, que el amor es algo que radica en la misma esencia del alma”.
Frente a este amor puro o perfecto que se da entre las almas gemelas, se da otro tipo de amor basado en causas materiales como la belleza, pero que es necesariamente efímero y temporal y está destinado a desaparecer. “Si la causa del amor fuese no más que la belleza de la figura corporal, fuerza sería conceder que el que tuviera cualquier tacha en su figura no sería amado, y, por el contrario, a menudo vemos que hay quien prefiere alguien de inferior belleza con respecto a otros cuya superioridad reconoce. Y si dicha causa consistiese en la conformidad de los caracteres, no amaría el hombre a quien no le es propicio ni que con él se concierta… El amor tiene, así, a menudo una causa determinada y desaparece cuando esta causa se extingue, pues quien te ama por algo pierde el amor por tí si ese algo se acaba”.
De este modo, el amor auténtico se basa en una atracción irresistible que se apodera del alma y no puede desaparecer sino con la muerte. Ni uno solo de los otros tipos de amor antes mencionadas provocan la inquietud, el desasosiego y la obsesión, como hace este verdadero amor que provoca la fusión de las almas.
Este planteamiento hace que se vincule al Collar de la Paloma con la filosofía amorosa neoplatónica tal y como fue desarrollada por los autores musulmanes. El autor francés Roger Garaudy señala en un artículo titulado “Ibn Hazm y el dogmatismo malekita”, que Ibn Hazm no conoció directamente las obras de Platón, pero asimiló su pensamiento a través de las obras de los autores neoplatónicos de Alejandría, tal y como aparece reflejado en su obra Fisal.
Según la investigadora Paulima Gómez Pita, “Avicena (980-1037) contemporáneo de Ibn Hazm, confirma la costumbre existente entre los poetas neoplatónicos de vincular a la paloma con el alma, afirmando que la paloma es el alma caída”.
¿Quiere decir esto que Ibn Hazam defiende un tipo de amor meramente cortés y platónico? No hay razón para creerlo. Aunque él habla de un amor puro y perfecto con las características a las que nos hemos referido, hay que señalar que el amor ibahi (carnal) está también muy presente en el Collar de la Paloma. Se puede caer en el amor carnal sin que éste afecte al amor cortés.
Devoto musulmán, Ibn Hazm busca dejar claro que el amor no está reprobado por la fe islámica y señala, a modo de justificación, que “no está reprobado por la fe ni vedado por la Santa Ley (la Sharia) por cuanto los corazones se hallan en manos de Dios Honrado y Poderoso, y buena prueba de ello es que, entre los amantes, se cuentan no pocos bien guiados califas y rectos imanes”.
Ibn Hazm cita a Humam ibn Ahmad y una cadena de tradicionistas que llega a Abul Darda, un compañero del Profeta Muhammad (Mahoma), que dijo: “Dejad que las almas se explayen en alguna niñería, que les sirva de ayuda para alcanzar la verdad”.
Él justifica también la legitimidad de este amor, señalando que príncipes e imames han caído bajo su hechizo, y se refiere a “las cosas que acaecen en el recato de sus alcázares y en el seno de sus familias, de las que no conviene referir nada” afirmando que “podría citar no pocas historias”.
“Los personajes principales y pilares de sus reinos, que andan entre los amantes, tantos son, que no podrían contarse.” En este sentido, señala el caso de Nizaar ibn Ma´add, señor de Egipto, que por complacer a una esclava a la que localmente amaba no vio a su hijo, que habría de heredar el trono sino bastante después de su nacimiento. Este es otro ejemplo de cómo se crea en la obra una dialéctica ama-esclavo en el que el enamorado le debe obediencia a la amada y adopta una postura