Una enorme concurrencia de fieles musulmanes se observa en Arabia Saudí para el inicio del Hayy, la peregrinación a La Meca, que por primera vez desde el final de las restricciones del Covid-19 cuenta con la participación de más de dos millones de personas.
De hecho, a partir de 2020, debido a la pandemia, el gobierno saudí había impuesto un límite máximo de visitantes, flexibilizando gradualmente las medidas hasta alcanzar un número permitido de un millón de peregrinos.
Ahora, sin embargo, no hay más restricciones sanitarias aunque persiste la obligación de vacunación.
Los ritos de peregrinación se realizan durante cinco o seis días, entre los días 8 y 13 del último mes del calendario musulmán.
El Hayy comenzó oficialmente entre la noche del domingo y el lunes para terminar el 1 de julio.
Más de dos millones de peregrinos vendrán de más de 160 países para la reunión musulmana más grande de la historia», dijo el ministro de peregrinación saudí, Tawfiq Al-Rabiah, en un video publicado en Twitter.
Un verdadero desafío logístico
Para Arabia Saudí, la peregrinación no es solo una reunión religiosa, sino que representa un importante desafío logístico tanto en términos de transporte como de hospitalidad.
Desde 2019 se ha puesto en marcha una iniciativa denominada «Ruta de la Meca», que ofrece a los peregrinos la posibilidad de llegar al hotel elegido con autobuses especiales desde el aeropuerto, y recibir su equipaje directamente en el hotel.
¿Qué es el Hayy?
Numerosos peregrinos acudieron el sábado a la Gran Mezquita en La Meca para cumplir sus últimos rituales antes de dirigirse a Mina en preparación para la Hayy, el quinto pilar del Islam y una de las concentraciones religiosas más grandes del mundo.
Estipula que cada musulmán debe peregrinar al menos una vez en la vida a la ciudad de La Meca siempre y cuando tenga los medios económicos y las condiciones de salud necesarias.
Sin embargo, la inflación y las crisis económicas han presionado a los peregrinos este año, poniendo al Hayy fuera del alcance de muchos.
El Hayy es importante en la religión musulmana porque despoja a los creyentes de todo símbolo de riqueza y estatus, igualándolos. La peregrinación recuerda a cada musulmán que todos son iguales ante los ojos de Dios.
El domingo, la multitud transitó por los patios de mármol blanco la Gran Mezquita de la Meca, el sitio más sagrado del Islam, para efectuar el tawaf, el recorrido a pie alrededor de la Kaaba, una estructura en forma de cubo cubierta de tela negra bordada con oro mientras se escuchaban sus fervientes rezos al aire.
La gente en la planta baja más próxima a la Kaaba se desplazaba con lentitud debido a su gran número. Quienes se encontraban en las plantas superiores podían avanzar rápido e incluso correr. Los peregrinos elevaban sus manos en súplicas, se sacaban selfies o grababan videos, y llamaban por teléfono a sus familias mientras realizaban el tawaf.
Después caminaron o corrieron entre dos colinas a fin de recrear cuando Hagar buscaba agua para su hijo, Ismael, una historia que sucede en distintas formas en las tradiciones musulmana, cristiana y judía.
Con vistas al Hayy, los peregrinos deben ingresar en un estado de pureza espiritual conocido como ihram.
Los hombres utilizan túnicas blancas sin costura, una norma tendente a fomentar la unidad entre ricos y pobres. Las mujeres llevan cubierto su cuerpo y pelo.
Entre los rituales y las cinco oraciones diarias, que inmovilizan la zona en forma solemne, los peregrinos buscan sombra, comen algo y atestan las tiendas y centros comerciales con aire acondicionado alrededor de la Gran Mezquita para descansar ante los arduos días que les aguardan.
“Creo que la multitud de este año es demasiada”, dijo Mahboub Morshed, ingeniero informático de 42 años procedente de Bangladesh, en referencia a la menor asistencia de los años anteriores.
“Pero el gobierno y esta administración (el Ministerio de Hayy y Umrah) intentan que haya control para evitar problemas”.