
El terrorista supremacista australiano Brenton
Tarrant, que mató a 51 musulmanes en un atentado contra dos
mezquitas en Nueva Zelanda en marzo del año pasado, fue condenado
este jueves a cadena perpetua sin libertad condicional, por este
crimen “brutal” e «inhumano”.
Sus crímenes son tan
malvados, que aunque se le mantenga preso hasta la muerte, no se
agotaría el castigo y la condena que requieren», dijo el juez
Cameron Mander, del Tribunal Superior de Christchurch, que al
privarle de pedir libertad condicional dictó una condena sin
precedentes en Nueva Zelanda.
Tarrant fue condenado por 51
cargos de asesinato a cadena perpetua sin libertad condicional, a
doce años por cada uno de los 40 cargos por intento de asesinato y a
cadena perpetua por el cargo de terrorismo por el atentado con armas
semiautomáticas que perpetró el 15 de marzo de 2019 en las
mezquitas de Al Noor y Linwood, en la ciudad neozelandesa de
Christchurch.
“Usted no solo es un asesino, sino un
terrorista», justificó el juez al leer la sentencia de 44
páginas a Tarrant, el cual, vestido con el uniforme gris de
presidiario, permaneció impasible y en silencio durante la
audiencia, una actitud que ha mantenido en todas sus comparecencias
desde que fuera detenido el mismo día del atentado.
El
mayor asesino de Nueva Zelanda
Tarrant había planificado
el atentado meticulosamente y en solitario desde que llegó en 2017 a
Nueva Zelanda, un plácido país en el que episodios de violencia
extrema como el que protagonizó son extremadamente infrecuentes,
para causar el mayor daño posible, por lo que eligió perpetrarlo un
viernes, día en que los musulmanes acuden en masa a las mezquitas
para orar.
El 15 de marzo de 2019, cargado de armas
semiautomáticas, Tarrant disparó indiscriminadamente y a quemarropa
contra niños, mujeres y ancianos mientras retransmitía en directo
matanza por Facebook, tras haber publicado su extremista ideario de
supremacismo blanco en las redes y enviado mensajes a las autoridades
y a la prensa pocos minutos antes para ganar notoriedad.
“Es
evidente que su delito fue de una violencia extrema. Fue brutal y más
que cruel, sus acciones fueron inhumanas”, remarcó el juez Mander
durante la lectura de la sentencia, al recordar al terrorista que
durante el atentado miró y disparó en la cabeza contra un niño de
tres años que se aferraba a la pierna de su padre.
El fiscal
de la Corona, Mark Zarifeh, afirmó que Tarrant emprendió el ataque
a las mezquitas con «sadismo» e “inmoralidad” y que es
“sin duda el mayor asesino de Nueva Zelanda”, al hacerse eco de
las peticiones de que se le aplicara la máxima pena hechas por las
91 víctimas y familiares de fallecidos en el atentado que declararon
ante el tribunal durante los tres días anteriores de esta fase
condenatoria del juicio.
“Merece vivir en la cárcel hasta
su último aliento”, había solicitado el miércoles Haminah Tuyan,
que perdió a su marido en el atentado, mientras Aden Diriye, padre
del niño de tres años que se había aferrado a su pierna, le espetó
el jueves «sé que la verdadera justicia te espera en la próxima
vida y se que será más severa”.
Sin atenuantes ni
remordimientos
Durante el proceso, Tarrant había dado
algunas sorpresas como el declararse culpable en marzo pasado, con lo
que se evitó un proceso judicial prolongado con alegatos de las
partes, así como el cambiar de renunciar a tener representación
legal.
Este jueves, el abogado de oficio del reo designado por
el juez, informó al Tribunal de que el supremacista blanco no se
oponía a la cadena perpetua sin libertad condicional, tras haber
hecho renunciado la víspera a su derecho a hablar en el
juicio.
“Usted le dijo uno de los asesores sanitarios que
considera que lo mejor para usted y para sus víctimas es guardar
silencio y que no tenía la intención de dar la impresión de que
mostraba remordimiento para obtener una mitigación (de su pena) por
lo que hizo”, indicó el juez a Tarrant.
Pero, continuó el
juez, “usted se mantiene completamente ensimismado. No ha pedido
disculpas ni ha aceptado públicamente el daño que ha causado. No
hay muchos indicios de que sus alegatos denoten un profundo
sentimiento de remordimiento ante sus víctimas o de que esté
particularmente afligido por haber causado tan terrible
dolor”.
Condenado al olvido
Tras darse a
conocer el fallo, la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern,
manifestó que Tarrant «merece toda una vida en completo y
absoluto silencio».
«El trauma del 15 de marzo no
sanará fácilmente, pero hoy espero que sea la última vez que
tengamos motivo para escuchar el nombre del terrorista que estuvo
detrás (del atentado)», señaló la mandataria, quien en marzo
de 2019 pidió que no se le identificara para no proporcionarle la
fama que buscaba.
Durante el proceso condenatorio contra
Tarrant, las víctimas alabaron a Ardern por la empatía y el apoyo
que les dio tras el atentado, y repitieron el lema acuñado por ella:
«somos uno».
Esa unidad se mostró este jueves a las
afueras del tribunal, donde se congregó un grupo de neozelandeses
con carteles con corazones, a pesar de las medidas de distanciamiento
social impuestas en Nueva Zelanda por el rebrote de la COVID-19 de
este mes.
«Ellos (los terroristas) representan el odio
… nosotros representamos el amor y la compasión … estamos muy
orgullosos de ser musulmanes en Nueva Zelanda», declaró a Radio
New Zealand el imán Gamal Fouda, quien se encontraba en los rezos en
la mezquita de Al Noor el día del atentado.