Saturada, la parcela musulmana en el cementerio de la ciudad francesa de Tours carece de espacio. Un problema que podría empeorar en los próximos años.
“Cuando pierdes a un hijo, es difícil. Es aún más difícil cuando no puedes enterrarlo”. Milana Baisoultanova no puede contener las lágrimas. La madre de familia no tendrá la dicha de ver crecer a su hijo, nacido muerto el 10 de octubre de 2022 tras contraer el Covid-19. El drama fue el preludio de un período difícil que durará quince días.
Como los restos no pudieron ser repatriados a Chechenia, de donde es la familia, la madre comenzó a buscar un lugar en uno de los cementerios de Tours.
“He hecho el trabajo preliminar. Fui al ayuntamiento de Tours donde me dijeron que ya no había sitio en la parcela musulmana”, cuenta Milana Baisoultanova que buscó en otros municipios de la metrópoli. “Hice una solicitud al ayuntamiento de Joué-lès-Tours, pero me dijeron que no vivía en el pueblo. Llamé a Saint-Pierre-des-Corps, Saint-Cyr-sur-Loire”, explica la madre que terminó “perdiendo la esperanza”.
Al final, ella encontró un lugar para que su hijo fuera enterrado después de 17 días de espera. Muchos temen que este episodio se repita en los próximos años si no se incrementan las plazas de enterramiento musulmán en los cementerios de esta y otras regiones de Francia.
