Después de una batalla legal de diez años para que se reconociera su estatus de víctima de un despido injustificado, causado no por su incompetencia o falta de rigor profesional, sino por el hiyab que le cubría el cabello, Asam Bougnaoui, ingeniera informática francesa, finalmente ganó su caso en el Tribunal de Apelación de Versalles.
El 18 de abril marcará un hito en la vida de esta experta en soluciones informáticas que fue despedida en 2008, aunque paradójicamente su Islam visible no había sido un obstáculo a la hora de ser contratada. Ella pudo saborear así una victoria ganada gracias a una lucha prolongada: el Tribunal de Apelación falló a su favor, dándole la razón en el sentido de que es posible ejercer su profesión mientras mantiene su hiyab.
El tribunal ha señalado que nada, legalmente, impide a una mujer llevar un hiyab cuando trabaja en una empresa privada. Por lo tanto, los magistrados anularon el despido y condenaron a la empresa Micropole a pagar a su ex empleada, por los daños sufridos, la suma de 23.000 euros.
En Francia, donde el hiyab es denostado por algunos bajo diversos pretextos, el fallo del Tribunal de Apelaciones de Versalles acaba de darles una hermosa lección de legalidad: la prohibición de esta prenda religiosa tiene límites incluso en el país del laicismo.
De hecho, el tribunal ha fallado que el uso del hiyab está autorizado en el sector privado, a menos que un reglamento interno específico lo proscriba formalmente. Pero también hay que señalar que mientras Asma Bougnaoui trabajó en la empresa su apariencia externa no molestó a nadie en la compañía, hasta el punto de que fue destinada a proporcionar asesoramiento directo a la clientela.