En un sótano del distrito ateniense de Neos Kosmos, un grupo de fieles musulmanes realizan las oraciones. Se trata de un espacio en gran parte subterráneo amueblado con alfombras y tubos de ventilación. A pesar de lo modesto del local, él alberga una comunidad bien organizada y llena de confianza en sí misma. Entre los fieles se hallan deportistas de clubs locales bien conocidos y hombres de negocios.
Grecia es un país cuya Constitución recoge la oficialidad de la Iglesia Ortodoxa. Poco después de la independencia de Grecia del Imperio Otomano, en 1923, la mayoría de musulmanes, con excepción de la región adyacente a la frontera turca, fueron transferidos a Turquía y los cristianos turcos a Grecia. Hay dos históricas mezquitas en la parte vieja de Atenas, pero no han sido utilizadas para el culto desde los tiempos del Imperio Otomano.
Hoy, un siglo después, la situación es bastante diferente. En la región alrededor de Atenas y el Puerto del Pireo, la población musulmana es de cientos de miles, pero nadie conoce su tamaño real. Entre ellos, hay desde familias de origen árabe, de Egipto o países de Oriente Medio, que llegaron en los años setenta hasta recientes inmigrantes de Afganistán, Pakistán y el África Occidental.
Los sucesivos gobiernos griegos se han comprometido con la construcción de una gran mezquita oficial, lo que conllevaría el reconocimiento estatal de que la segunda religión de hecho en el país florece en Atentas. El proyecto parece ahora cercano a su implementación en el centro de la ciudad. El nuevo gobierno de izquierda del primer ministro Alexis Tsipras, parece genuinamente dispuesto a llevar adelante este proyecto y un contrato para la construcción del edificio fue firmado en octubre de 2016.
Yiannis Amanatides, el viceministro de Exteriores, ha dicho repetidamente que la conclusión del proyecto con fondos estatales pondrá fin a una anormalidad, la falta de reconocimiento formal para el Islam en Grecia. El proyecto aprovechará unas antiguas instalaciones navales en el distrito de Votanikos para la construcción. Él dista de ser espectacular porque la sala de oración contará con un espacio para 350 hombres y 50 mujeres. Otras instalaciones serán también construidas.
El único obstáculo ahora parece ser la oposición del partido nacionalista conservador conocido como Griegos Independientes o ANEL, que comparte el poder con los izquierdistas del movimiento Syriza. Ellos votaron contra las leyes aprobadas para la construcción en 2016 y 2017 y los líderes de la comunidad musulmana ateniense dudan que la mezquita oficial pueda ser formalmente inaugurada mientras el ANEL sea socio de la coalición.
Esto deja a los musulmanes operar en la un espacio intermedio con lugares de culto informales, tales como sótanos, garages o salas que son técnicamente propiedad de particulares. Hasta el momento, seis de estos lugares han recibido un estatus legal como mezquitas. El problema, sin embargo, es que la Iglesia Ortodoxa griega retiene un veto de facto sobre la concesión de espacios para propósitos religiosos.
Naim El Gandur, presidente de la Asociación Musulmana de Grecia, nacido en Egipto, dice que ha argumentado reiteradamente que el interés del estado helénico se cumpliría al darle al Islam el estatus legal que merece. Ya, dice, los musulmanes que llevan viviendo en la ciudad desde hace mucho tiempo, como él, mantienen una relación mutuamente beneficiosa con las autoridades. La policía aprecia el trabajo realizado por los líderes de la comunidad, que vigilan cualquier signo de extremismo que aparezca en la escena musulmana de rápida mutación de la ciudad. Sin embargo, “la segunda generación está empezando a preguntar, ¿por qué? Soy un ciudadano griego, un ex alumno de escuelas griegas, no tengo otro país … pero cuando quiero rezar tengo que ir a un sótano, mientras que mi vecino puede ir a una iglesia”.