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“La cifra de musulmanes en Europa crecerá notablemente” y “Europa se volverá más musulmana”. Así, o de modo parecido, rezan los encabezados de la mayoría de los medios en Alemania que informan sobre los resultados de un estudio reciente del think-tank estadounidense Pew Research Center.

Los sobrios titulares suenan como si nos preparáramos para una catástrofe natural inevitable a causa de un posible desarrollo demográfico que haría tambalearse a las sociedades europeas. Los reportes deben despertar intranquilidad en muchos ciudadanos comunes y corrientes, sobre todo porque los medios no han conseguido analizar de manera crítica los poco realistas resultados de dicho informe.

Y como era de esperarse, populistas de derecha e islamófobos de todos colores que desde hace años advierten de modo incansable acerca de una islamización de Alemania y de Occidente, y del establecimiento de una «Eurabia”, no han dejado pasar la oportunidad de ver confirmados sus temores con las conclusiones de los científicos estadounidenses.

Pero una mirada más precisa deja las cosas claras rápidamente: los resultados del estudio no son propicios para elaborar pronósticos confiables acerca de lo que realmente será el desarrollo demográfico en países occidentales. El informe parte de escenarios extremos. Además, otras conclusiones que parecían válidas sobre los movimientos migratorios de las pasadas décadas han demostrado ser falsas.

La libertad religiosa es un derecho fundamental

Quien se entregue a las meras filas de datos se une, así sea de manera involuntaria, a la lógica de los atizadores paranoides y los profetas de la catástrofe. Éstos no tienen interés real en la integración de los migrantes en las sociedades democráticas. Mucho más importante es la cuestión de cómo reaccionan los Estados democráticos ante el hecho de que la cifra de musulmanes en Europa crecerá.

Antes que nada, debe decirse lo siguiente: en qué creen o no creen las ciudadanas y ciudadanos de una sociedad democrática es una cuestión puramente privada. El derecho fundamental a la libertad religiosa no solo tiene un valor muy alto en nuestra Constitución libertaria y democrática. El Estado, neutral desde el punto de vista confesional, tiene incluso obligación de proteger la libertad religiosa.

Esto no significa que todo lo que dicte una religión sea ley y que deba ser practicado en un estado democrático de derecho.

El estudio del Pew Research Center deja poco lugar a dudas en cuanto a que las sociedades europeas deberán acostumbrarse a una mayor visibilidad de los musulmanes en los espacios públicos. Y también, que los musulmanes que son ciudadanos de Europa tienen derecho a practicar sus creencias de modo libre y abierto, al igual que creyentes de otras religiones, en especial la católica, lo hacen.

Pero esta conclusión no conforma motivo alguno para despertar al fantasma de la supuesta «islamización de Occidente”. El islam no existe como un ente estático ni como una unidad inamovible. Tal idea es un disparate tanto de salafistas como de movimientos islamófobos. Los musulmanes tampoco conforman un bloque monolítico, en ninguna parte del mundo. No solo su religión determina su comportamiento. En cada país islámico se practica y se propaga un islam distinto.

Así que las cifras de musulmanes en Europa no son el factor determinante. Mucho más importante es que nos reconciliemos con el sentido de la ciudadanía en la democracia. Esto implica abrir nuevas puertas para una verdadera participación de todos dentro de las diversas sociedades europeas. Y al mismo tiempo, defender los logros de la libertad democrática.

FuenteDeutsche Welle
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