El Ramadán no es solo un mes de ayuno. El cuarto pilar de la religión islámica es un periodo de reflexión, de rezo, de solidaridad y de perdón. Es un momento para reforzar el vínculo con la comunidad y la familia, para mejorar como musulmán y para tratar de ser la mejor versión de cada uno. Esto es lo que afirman múltiples jóvenes musulmanes que viven en España y que, durante el noveno mes del calendario islámico, siguen su religión al pie de la letra en la medida en que sus obligaciones se lo permiten.
Algunos de estos jóvenes, como el marroquí de 20 años Mohamed Ben Abbas, reconocen que durante el año no asisten semanalmente a la mezquita, pero, en cambio, durante este mes lo intentan. Incluso muchos musulmanes, durante estos 30 días, se proponen leer el Corán y dedicar más tiempo a reflexionar y a conectar con su religión.
En España, a diferencia de hace años, “el Ramadán está bastante visibilizado y generalmente la gente lo respeta y lo entiende”, explica otra joven marroquí. A pesar de ello, algunos musulmanes consideran que todavía es difícil compaginar los horarios de los rezos o de las comidas con su día a día, también fuera del Ramadán, en un país donde esta no es la religión mayoritaria. “A veces te ves en la situación de estar solo rompiendo el ayuno en el transporte público o en el trabajo, que no es lo más agradable”, explica Mansoor Muhammad, estudiante pakistaní de 20 años.
Aunque el Ramadán es algo que se hace “por religión” y no por cultura, ya que es una obligación dictada por el Corán, va más allá del no comer durante las horas de sol. Es una forma de recuperar el sentimiento de comunidad que se vive en los países musulmanes. “El ambiente que se genera es muy parecido al que viví en Marruecos cuando viajé allí un verano de Ramadán”, explica Ben Abbas. De la misma manera, otra joven marroquí explica que su momento favorito de estos días es rezar por la noche y ver como «una sola mezquita los une a todos».
Otro de los pilares más destacados del Ramadán es la solidaridad. Como explica Ben Abbas, también se trata de ayudar a los más necesitados e invitarlos a comer con la familia, simbolizando el perder el hambre y la sed con personas que experimentan esas sensaciones a diario. No obstante, esto es más común fuera de España, donde no hay tantas organizaciones y comedores sociales que presten ayudas.
Por ejemplo, en la Associació de Dones Marroquines a Catalunya, durante este mes se paralizan todas las actividades rutinarias para dedicarse a preparar comida para las personas sin hogar una vez se ha puesto el sol. Esto se debe a que, en muchos casos, no coincide el horario de los comedores sociales con el de romper el ayuno.
Asimismo, según la organización Islamic Relief España, en el caso de saltarse el ayuno de manera intencionada o sin ninguna razón válida, “se deberá ayunar durante 60 días continuos o alimentar a 60 personas necesitadas con un importe de 5 € por día y por persona”. Así pues, de nuevo queda demostrado que durante este mes se busca ayudar y mejorar la vida en comunidad.
Sin embargo, hay situaciones como los días de menstruación, una enfermedad puntual o un viaje que hay que recuperar con la misma cantidad de días que se han perdido una vez ha terminado el mes de ayuno. Los niños, los ancianos o quienes tienen una enfermedad crónica están exentos de ayunar sin necesidad de recuperación ni de pagos.
El Ramadán suscita el interés incluso entre personas que no practican la religión islámica, como es el caso de Irene Toma. Esta joven rumana está compartiendo en TikTok su experiencia ayunando por primera vez junto a su pareja Mohamed Sandali, que sí es musulmán. En el perfil @mohamdh.9 muestran qué comen cada uno de los días de este mes y, sobre todo Irene, relata sus opiniones y sensaciones. Afirma que, además de los beneficios propios del ayuno como regular el hambre y mejorar el estado de ánimo y el sueño, el Ramadán “mejora tu disciplina y aumenta tu fuerza de voluntad”.
A las puertas de que termine el Ramadán (finaliza el 9 de abril), las comunidades musulmanas ya se están preparando para la fiesta de la ruptura del ayuno, conocida como Eid al-Fitr. Esta celebración, que dura tres días, empieza con oraciones al amanecer y continúa con grandes comidas, rezos e intercambios de regalos, entre otros.
Como indican Toma y Sandali, “normalmente, por cuestiones culturales y no religiosas, son las mujeres las encargadas de cocinar”, aunque varios de los jóvenes que han participado en este reportaje afirman que los hijos de la familia también tienen interés por ayudar y conectar con sus raíces a través de la gastronomía.