Abdelraheem Uzairi, portavoz de la comunidad islámica en Vigo, asegura y lo dice con datos que lo corroboran, que existe un interés en aumento muy significativo sobre el Islam.
En Galicia, según sus cuentas, llevarían unos 10.000 conversos en los últimos años, la mayoría gallegos, aunque también hay inmigrantes sobre todo de África.
En Vigo, durante el Ramadán que acaba de terminar, se han sucedido las ceremonias de entrada en el mundo musulmán, denominada “shahadah”, donde los postulantes reconocen que Al-lah es Dios y Muhammad su profeta. Y en casi todos los casos jóvenes.
“En los últimos meses, llevamos docenas, en grupos o en solitario”, explica Abdel. Entre ellos se encuentra tres gallegos, Miguel y también Bárbara y Desirée, que recientemente se unieron al Islam, en este caso acompañadas de Vanesa Cansino, quien realizó el mismo camino “de vuelta al Islam”, como lo denominan, hace unos años. Todas ellas eran personas bautizadas como cristianos que han dado el salto al otro lado.
“Las estadísticas hablaban de 5.600 que se convirtieron hace diez años en Galicia, en estos años últimos han crecido y mucho. En los últimos meses, en Vigo se está poniendo de moda convertirse al Islam entre la sociedad gallega y de otras nacionalidades, no podemos decir cuántos llevamos, la comunidad islámica está creciendo, muchas chicas se han casado con musulmanes y se convierten.
Llama la atención que hay muchos gallegos que se acercan porque tienen amistad con musulmanes en el colegio o la universidad, gente muy joven”, señala el portavoz islámico en Vigo, cuyo centro cultural y mezquita se encuentran en el 47 de la calle Gregorio Espino. Incluso destaca que el interés nació incluso en momentos más duros, cuando los atentados en Nueva York o más recientemente en París. “Gente que quiere conocer cómo es esta religión y que se lleva una sorpresa”, afirma.
Vanesa Cansino participó en la ceremonia de “shahadah” con dos chicas gallegas, Desirée y Bárbara, una de Vigo y otra de un pueblo de Coruña. “Son las dos solteras, no están casadas con musulmanes, fuera tópicos”, asegura Cansino. Cuenta que hace unos días una chica se le paró delante y se sorprendió porque no era árabe. “Soy gallega cien por cien. Conocí el Islam antes de conocer a mi pareja, es un mito la conversión obligada”.
Sobre las dos jóvenes que “amadrinó” señala que Desirée vivía en Reino Unido, era cristiana, creyente, “pero el cristianismo no le cuadraba”. “Empezó a conocer el Islam, dio un parón y después retomó su curiosidad e hizo la ‘shahadah’, aunque desde el año anterior estuvo leyendo y decidió iniciar su camino”.
Lo mismo pasó con Bárbara también una chica, farmacéutica. “Su familia es cristiana de ‘postureo’, tiene amistades musulmanas, y por curiosidad empezó a leer y estudiar y decidió dar el paso”.
Una vez convertidas, ¿tienen que renunciar a sus nombres? “No es obligatorio cambiarse el nombre, me llamo Vanesa, y en mi ámbito islámico me puse además Nur, que significa luz, porque fue como una luz dentro de mí. Desirée y Bárbara tienen nombre paralelo, pero mantienen los suyos propios. No es necesario cambiarlo, es optativo”, dice Vanesa.