El 22 de marzo arrancó el Ramadán, el noveno mes del calendario islámico que los musulmanes dedican al ayuno, la oración, la reflexión y la ayuda a la comunidad. Es un período que en Ribeira ha ido ganando relevancia debido al incremento de las personas que profesan dicha religión, hasta el punto de que desde el año pasado se celebra en la carpa municipal. Allí tienen lugar a diario una serie de actividades que culminarán el próximo viernes con una fiesta.
Durante el Ramadán, Houdda Abdelhamid ejerce de imán, lo que implica encargarse de las lecturas del Corán: «Cuando vivía en mi país lo estudió en profundidad y ahora busco transmitírselo sobre todo a aquellos que no saben leer bien». Toma la palabra en la carpa municipal cada día a las 22.00 y a las 5.30. Ambas intervenciones se completan con rezos, que también tiene lugar en otras tres horas señaladas: 12.30, 18.30 y 21.10. Hombres y mujeres tienen espacios diferenciados para la oración: «Por eso pedimos el uso de la carpa, pues nuestra mezquita se queda pequeña en estas fechas».
Señala que en Ribeira hay más de 120 familias musulmanas, procedentes sobre todo de Marruecos, a las que se suman senegaleses, mauritanos y algunos pakistaníes. Algunas, como la suya, con una veintena de miembros. Houdda Abdelhamid tiene mujer, ocho hijos y cinco nietos. Llegó a Ribeira en el 2007, empujado por conocidos que le hablaron de las posibilidades de trabajo que podía encontrar. Él se decantó por la pesca, hasta que una enfermedad le llevó a la incapacidad.
Por eso ahora dedica el tiempo libre, sobre todo durante el Ramadán, a su comunidad: «Ejerzo de imán desde hace tres años y lo hago gratis». Además de para leer el Corán y rezar, los musulmanes se reúnen cada noche en la carpa municipal para poner fin al ayuno diario: «No comemos ni bebemos desde las seis de la madrugada hasta las nueve de la noche». Apunta que se hacen excepciones con los niños, las personas enfermas y los mayores. Eso sí, cuando el sol se pone, se dan un pequeño festín. Sopa, fruta fresca, dátiles, leche, zumo… y una gran variedad de dulces: «Todos los que pueden traen algo para alimentar a los necesitados o a aquellos que no tienen familia aquí».
En la recta final
Esa abstinencia obligada durante las horas de luz es uno de los requisitos fundamentales en el mes sagrado islámico. Houdda Abdelhamid asegura que cumplirlo es más fácil de lo que pueda parecer: «El ayuno durante el Ramadán no supone sacrificio, el cuerpo necesita descansar. Nosotros no lo vemos como un castigo, sino como un mandato de Dios. Ya comemos cuando queremos el resto del año y hay que depurar. ¿Acaso no recomiendan ahora el ayuno?».
Cuando concluya este noveno mes del calendario islámico, el viernes próximo, el aspecto del interior de la carpa municipal de Ribeira cambiará drásticamente. Tal y como ocurrió el año pasado, el recinto, ahora oscuro y frío, se llenará de luz y color con alfombras y tapices. En el centro se instalará una mesa con bebidas y comida, en la que no faltarán el té y los dulces. En torno a ella se situarán los musulmanes que, ataviados con sus mejores galas, despedirán el Ramadán.
Aplauden no tener que hacerlo en el interior de sus hogares, al sentirse plenamente integrados en la sociedad local: «Hay un proceso de adaptación, porque el idioma supone durante el primer año una barrera importante, pero nada más. Nunca encontramos rechazo por parte de los vecinos de Ribeira», destaca Houdda Abdelhamid. Lo considera normal, pues asegura que los inmigrantes llegan con el único propósito de encontrar aquí un futuro que en su país de origen saben que no tendrán. Lamenta, eso sí, las actitudes de algunos jóvenes: «Vienen, encuentran aquí una vida demasiado fácil, salen de fiesta y se meten en peleas. Pero son la minoría».
Houdda Abdelhamid ha encontrado en Ribeira su lugar y confiesa que no tiene intención de regresar a su país de origen: «Allí la vida está muy cara y no hay trabajo, ¿para qué volver? Ahora mi casa y la de mi familia está aquí».