Ramadán en Guipúzcoa

Desde las 5.30 horas de este jueves y durante casi 30 días, más de 18.000 fieles musulmanes residentes en Guipúzcoa están llamados a celebrar su mes sagrado del año lunar. Es un acto de “adoración”, una rutina de purificación del cuerpo. El mes de Ramadán en el que deben abstenerse de beber, comer, fumar y mantener relaciones durante el día hasta que llegue la noche. Cuatro semanas de enorme carga emocional, de ayuno, oración y reflexión.

Lo harán hasta el 21 de abril, una celebración que supone un tiempo de recogimiento y autodisciplina. El ayuno conlleva estos días un cambio de hábitos para quienes profesan el islam, al que parecen sumarse en el territorio cada vez más personas que no son musulmanas de nacimiento. “Es complicado hablar de cifras exactas porque en los últimos años ha habido un aumento de personas conversas”, asegura María Guevara, que es una de ellas. La donostiarra lleva seis años practicando el islam.

Asegura asisitir a un crecimiento de fieles de una de las grandes religiones monoteístas del mundo, la segunda tras el cristianismo en cuanto al número de devotos, de cuyo paulatino arraigo dan cuenta las 26 mezquitas abiertas actualmente en el territorio. Guevara es voluntaria en el centro de culto musulmán del barrio donostiarra de Herrera. Habla del Ramadán. “Antes de iniciar el ayuno, nos levantamos, comemos y bebemos mucho. Al final se trata de alimentarse con productos que sean duraderos, como huevo cocino, avena, cereales, pan, y mucha hidratación”, explica a modo didáctico.

“Los primeros días -cuenta Guevara- igual cuesta un poco, pero pronto te haces y, de hecho, hay gente a la que al acabar el Ramadán le da pena dejarlo”, asegura. Guevara es la encargada de organizar en la Mezquita de Herrera, junto a otro equipo de voluntarios, todo cuanto acontece en torno al iftar, como se conoce en árabe a la comida con la que se rompe el ayuno diario durante el mes islámico. “Se proporciona alimento para las personas que se acercan, que generalmente están en situación de calle”. Son las mismas que se benefician de las cenas solidarias que se organizan en los barrios de Amara, Parte Vieja y el Centro. “Gran parte de estos usuarios vienen a la mezquita a romper el ayuno porque ahora mismo no encaja la hora de la ruptura con la de los repartos del colectivo Kaleko afari solidarioak”, explica.

Todos los días se sirve un plato de Harira, la sopa tradicional del norte de África elaborada a base de carne, tomates y legumbres. Una dieta que complementan con un vaso de leche y dátiles. “A partir de ahí, lo que nos permita la economía, porque todo se organiza con donaciones voluntarias. Si se puede, dependiendo los días, se ofrece un segundo plato que tenga algo de carne”, detalla Guevara.

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