El cementerio de León alberga un sentimiento único entre religiones. El camposanto de la capital celebra este martes su día grande en un espacio en el que crece el número de incineraciones y en el que se comparte terreno con un espacio destinado a quienes profesan otras religiones.
En concreto este espacio cuenta con un cementerio musulmán que data de 1936. Fue entonces cuando se habilitó la parcela con el fin de acoger a los marroquíes musulmanes que perdieron la vida en la Guerra Civil.
Fue entonces cuando se enterraron los «57 moros en el cementerio musulmán y seis en el cementerio civil, haciendo un total de 63 enterramientos moros».
Fueron «soldados muertos en acción de guerra al servicio de España», según recogen los documentos de la época, y su presencia tuvo continuidad en el tiempo para dar cobijo a quienes fallecieron profesando esa misma religión.
La Guardia Mora ejercía las funciones de guardia personal de Francisco Franco y sus soldados pertenecían al Ejército de África.
Este cementerio, un espacio único en el camposanto leonés y que apenas tiene réplicas en otros cementerios municipales, cuenta con un espacio de 300 metros cuadrados ahora destinados a enterramientos musulmanes con la presencia de apenas una veintena de cuerpos.
La presencia de este terreno santo, junto a las tumbas históricas, el monumento a los represaliados o el bosque de las almas, un espacio destinado a los cuerpos incinerados y que cada año gana más protagonismo, forma parte de la singularidad del camposanto en la capital.