Cada primero de noviembre cientos de alaveses acuden con flores a los cementerios para rendir homenaje a sus seres queridos, la mayoría de religión católica. Sin embargo, desde hace unos días también hay espacio para otras religiones.
Como signo de respeto para con los que tienen otras creencias, desde hace unos días los musulmanes también tienen su sitio en el cementerio municipal de El Salvador, atendiendo a las necesidades de enterramiento de esta comunidad, una demanda que realizan desde hace décadas.
Vitoria ha sido testigo del primer entierro musulmán que tiene lugar en la ciudad. En el doloroso trance del sepelio, los familiares han podido llevar a cabo sus ritos funerarios de acuerdo con las normas musulmanas una cultura donde el entierro es un acto muy solemne y significativo.
El fallecido era un ciudadano musulmán que llegó a Vitoria en los años sesenta y que hasta ahora vivía en el centro de la capital alavesa. En el funeral se vivieron momentos muy emotivos y se necesitó la ayuda de una excavadora para mover la tierra y para que la fosa fuera excavada en dirección a la Meca.
Siguiendo la tradición musulmana, una vez producido el deceso, el enterramiento se produce de forma rápida, a poder ser en menos de 24 horas. Una persona musulmana del mismo sexo que el fallecido debe proceder a lavar y purificar el cuerpo.
A continuación se le envuelve en un sudario (tela blanca sin costuras, similar a la que se utiliza para hacer la peregrinación a la Meca) y sin volver a tocar la carne del fallecido, se entierra directamente en tierra, sin ataúd y orientado hacia La Meca.
El enterramiento se realiza sin féretro y sin panteones. Es decir, se entierra el cuerpo amortajado directamente en el suelo, en contacto con la tierra.
Tal y como puede verse en las fotografías, del sepelio propiamente dicho se encargan los hombres. Y tras la sepultura hay una serie de días clave en los que se visita la tumba: el tercero, el noveno y a los 40 días.
En el lugar no suele ponerse ningún tipo de ornamentación, su religión no lo contempla. En general, no suele haber ningún letrero que indique que allí se ha dado entierro a un ciudadano musulmán.
Intimidad
Para ofrecer cierta intimidad a la comunidad musulmana de Vitoria que acuda a El Salvador para dar sepultura a sus fallecidos, la parcela ubicada en el extremo noroeste del camposanto dispone de un tupido seto y de un pequeño jardín formado por árboles y plantas. Además, hay una zona para el enterramiento de niños y otra para el enterramiento de adultos.
Las tumbas en esta parcela de El Salvador están ligeramente inclinadas porque deben seguir también la tradición del Islam: el cuerpo debe quedar orientado o mirando hacia la ciudad sagrada de La Meca.
En España viven cerca de dos millones de musulmanes y solo existe una treintena de parcelas en los distintos municipios para estos enterramientos; tan solo en unos pocos se pueden inhumar directamente en la tierra.
En otros camposantos, las comunidades musulmanas adaptan su tradición a la ley vigente. Dentro del ataúd echan tierra para que el muerto esté en contacto con ella como marca la costumbre.
Burgos, entierros por cercanía
Hasta ahora, algunos de los entierros se han producido en Burgos. Ante la imposibilidad de repatriar el cadáver, familias alavesas se han visto obligadas a enterrar a sus familiares en cementerios como el burgalés, que dispone de una parcela para musulmanes desde el año 2008.
Las personas musulmanas fallecidas de nacionalidad española pueden ser trasladadas a alguno de los cementerios musulmanes existentes en otras ciudades del país, teniendo en cuenta que el cementerio San José de Burgos es uno de los más cercanos a la capital alavesa. En el caso de que la persona fallecida sea de nacionalidad extranjera se procede a trasladar el cadáver a su país de origen.
Burgos es una de la veintena de ciudades españolas que cuentan con una parcela para enterrar a ciudadanos musulmanes. Está orientada a la Meca y desde su apertura en 2008 hay medio centenar de enterramientos no solo de la ciudad o de la provincia sino también de Bilbao, Salamanca, Vitoria y Valladolid. En la Comunidad de Castilla y León solo existen zonas para enterrar a los fieles de esta religión en la capital burgalesa y en León.