La oportunidad de abrir vías de negocio en un mercado integrado por 1.800 millones de consumidores musulmanes está favoreciendo que la filosofía halal evolucione mucho más allá de la carne resultante del sacrificio ritual. Adaptar la producción de bienes y la oferta de servicios a los preceptos del islam es la llave que está abriendo la puerta a la internacionalización de numerosas empresas que buscan en la exportación un impulso que apuntale su crecimiento. La clave está en diversificar la estrategia para adaptarse a las preferencias de usuarios y clientes que no solo demandan alimentación, sino también cosméticos, fármacos, ocio turístico u operaciones en banca y finanzas que cumplan los valores éticos de la sharía, la ley islámica. La certificación de productos y procesos es el primer paso para acercarse a un sector al alza que genera cada vez más acuerdos comerciales, también en la provincia.
En España son ya más de 500 empresas las que operan con sello halal para poder distribuir sus productos en los países de mayoría musulmana y, también, en aquellos que cuentan con una población significativa de seguidores de esta religión, como ocurre en diversos estados europeos como España, donde residen cerca de dos millones. «Todos los alimentos son halal, exceptuando aquellos catalogados como haram por la sharía, como el cerdo, los animales sacrificados incorrectamente, el etanol y otros tóxicos, los animales carnívoros, la sangre, los alimentos contaminados y peligrosos», entre otros, explican desde el Instituto Halal, con sede en Córdoba.
El director general de Halal Trade and Marketing Centre del Gobierno de Dubái, Tomás Guerrero, destaca que está previsto que el gasto global en productos y servicios halal crezca hasta los tres billones de dólares en el año 2024. Considera que España «todavía está lejos de desarrollar todo su potencial» a pesar de que cuenta con «numerosas e importantes empresas» en sectores como la alimentación o la cosmética. A su juicio, lo importante es dejar de mirar hacia ese nicho de una forma oportunista en tiempos de crisis, para «pasar a percibirlo y a tratarlo como un mercado estratégico que puede ayudarles a seguir creciendo, diversificando sus exportaciones e internacionalizándose».
Fue esa oportunidad de internacionalización la que llevó al gerente de Matadero Orihuela, Cosme Javaloyes, a contactar con el Instituto Halal -una de las tres entidades certificadoras acreditadas en el país- con la pretensión de obtener el sello con el que afianzar su posicionamiento en este mercado. Ocurrió hace siete años y, en la actualidad, el 75% del volumen de negocio de la empresa -que factura 1,7 millones anuales- se genera a través del sacrificio de terneros y corderos según marcan los preceptos del islam. Trabajan sobre todo para el mercado francés, italiano y griego, están abriendo canales de venta con Turquía y su gran cliente ha sido Argelia, «aunque ahora el mercado está cerrado porque quieren impulsar su ganadería interna», indica el ejecutivo. «La calidad de los productos cárnicos de España es de las mejores del mundo. En Argelia, comprar un ternero cuesta más del doble que aquí. Aunque paguen la tasa de aduanas, les sale más económico exportar», destaca el gerente.
Aplicar la doctrina halal a los procedimientos del matadero, prosigue Javaloyes, implica algo más que sacrificar a los animales mirando a La Meca y pronunciando una oración. Incluye un cambio de perspectiva, dice, que supone operar con proveedores que también cuentan con certificado halal así como variar ciertos procedimientos. Por ejemplo, limpiar y desinfectar cada día las instalaciones sin utilizar productos que contengan alcohol. «Es complicado cuando empiezas, pero, una vez te acostumbras a esa forma de trabajar, no cuesta», añade.
La firma Rubén Gandía e Hijos, con sede en Alcoy, es otra de las que ha conseguido especializarse en un producto que la diferencia de la competencia gracias, mayormente, al sello halal. En sus instalaciones se fabrican hilados para la industria alimentaria. Se utilizan, por ejemplo, para insertarlos en bolsitas de té o para envolver productos en panaderías y carnicerías. «Ser la única empresa de este tipo con certificación ha sido un plus para nuestros clientes», explica el gerente, Gabriel Gandía. Los hilos que allí se fabrican se envían a países como Arabia Saudí o Sri Lanka, entre muchos otros, y la exportación destinada a este segmento de clientes copa ya el 18% del total del negocio. «Supone sobre todo un cambio de mentalidad, hay que formar a los trabajadores para que entiendan que no están haciendo solo un producto textil, sino que tiene un plus. La materia prima del hilo no cambia, pero sí los productos que se utilizan para limpieza, lubricantes de máquinas o los tratamientos que lleva la fibra para que consiga la consistencia que necesita», subraya el responsable del negocio.
A poco menos de 30 kilómetros de allí, en Xixona, se encuentra la línea de fabricación de Productos Kelmy, una empresa dedicada a la repostería creativa. Su pasta de azúcar fondant se empezó a consumir en Francia y se compra ahora hasta en Emiratos Árabes. Las ventas impulsadas por la certificación halal concentran el 10% del total, pero es un mercado que, según el gerente, Jaime López, «es una apuesta de futuro que centra parte de nuestra estrategia y es fundamental entender su cultura», valora. «Utilizamos sobre todo materias primas que cuenten con la certificación, y, en el caso de que no la tengan, nos aseguramos de que cumplan las normas establecidas», indica la responsable de Calidad de la firma, Clara Colomina.
«Los musulmanes de hoy entienden el término halal como un estilo de vida, un concepto global e integral que influye y afecta a las cuestiones cotidianas como la alimentación, la higiene, la sanidad, la economía, la moda, el comercio o el turismo», subrayan desde el Instituto Halal. Y es precisamente ese concepto el que ha motivado que emprendedoras como Flora Sáez, de la agencia de viajes Nur And Duha, especializada en turismo musulmán, hayan encontrado un importante sector de trabajo. «Fuimos la primera agencia certificada. A la hora de organizarles un viaje es importante, por ejemplo, cuadrar los itinerarios de forma que puedan tener paradas en función de los horarios de oración». Sáez cuenta que poco a poco empieza a haber más hoteles «sobre todo los de cinco estrellas» que apuestan por tener pequeños gestos con estos clientes, como facilitar alfombrillas para el rezo, coranes, señalización de dónde se encuentra orientada La Meca y, por supuesto, la retirada del alcohol de las habitaciones. «Cuanto más lujo, más fórmulas de cortesía incluyen», añade. En su caso, reciben encargos para organizar viajes fuera de España, pero lo que más son peticiones de clientes que quieren conocer Marruecos, Portugal y principalmente el antiguo reino de Al-Ándalus. «También tiene mucho tirón Barcelona. Tienen interés por lo cultural y patrimonial, y visitan ciudades del arco mediterráneo, incluyendo algunas de la Comunidad Valenciana», prosigue.
Según la consultora Dinar Standard en su Informe sobre el Estado Global de la Economía Islámica 2019-2020, en 2018 los musulmanes destinaron 189.000 millones de dólares a viajar y se espera que este gasto crezca hasta los 274.000 millones en 2024, toda vez que el concepto muslim friendly empieza a cobrar fuerza en el sector. Recoge también que en 2018 el valor del total de los activos de la industria de las finanzas islámicas se estimaba en 2,5 billones de dólares y está previsto que crezca a una tasa de un 5,5% anual hasta llegar a los 3,5 billones de dólares en 2024. El responsable de la agencia de valores Gesem, Sergio Serrano, señala al respecto que los países petrolíferos «intentan diversificar sus inversiones» al ser conscientes de que el mercado del petróleo no será eterno y buena parte de ese capital está llegando a Europa, por lo que la banca ya está creando divisiones especializadas para facilitar las operaciones con ese segmento. «Tienen que adaptarse y conocer cómo es la relación con esos clientes. Sin duda es una opción que genera oportunidades, ahora y en el futuro», concluye.