El pasado viernes 11 de diciembre, la Conferencia Episcopal Española organizó un encuentro ecuménico con diversas confesiones religiosas con presencia en España titulado “Artesanos de vida y esperanza”.
El acto tenía como objetivo «ensalzar el valor sagrado de toda vida humana en unos momentos en los que la muerte ha cobrado protagonismo en nuestra sociedad bien por la pandemia que asola el mundo, bien por iniciativas legislativas que ofrecen la muerte como alternativa al sufrimiento».
Lo que se desprende de esta iniciativa bien pensada por los obispos españoles, es advertir alto y claro que la denuncia de la eutanasia no es cosa solo de católicos, ni de fanáticos que no comprenden el sufrimiento del ser humano.
Los líderes religiosos de otras confesiones (hindúes, judíos, ortodoxos, anglicanos, evangélicos) también han alzado la voz contra la ley del suicidio asistido que nos va a conducir por un camino muy peligroso y resbaladizo, como es aquel que, teniendo una enfermedad terminal, deseé finalizar su vida cuando la naturaleza quiera, o cuando Dios quiera, sin que el Estado le mire mal ni le presione a pedir la eutanasia en aras de ahorrar dinero público ante una muerte inevitable que podría adelantar.
No. Yo quiero morir cuando la naturaleza disponga sin que el Estado me presione que, por mucho que juren ahora que es una ley garantista, podría llegar a ocurrir. De hecho, es lo que está pasando en otros países que despenalizaron la eutanasia hace años: inducir piscológicamente al enfermo terminal a pedir que le adelanten su muerte.
Pues bien, en este encuentro (se puede ver íntegro en el vídeo al final del artículo), me ha llamado la atención el discurso de Mohamed Ajana, Secretario de la Comisión Islámica de España.
Dijo, entre otras verdades las siguientes: «Para el Islam, la vida es un regalo de Dios que hay que cuidarla» ; «la dignidad de la persona se establece entre una relación especial entre el creador y la persona» ;»La dignidad de la persona se establece para todas las personas y no se diferencia entre creyentes y no creyentes, ni origen geográfico ni género»; «Una de las expresiones más importantes de esa dignidad es la protección de la vida misma prohibiendo por ejemplo el suicidio»; «No se maten a ustedes mismos, Dios es misericordioso con ustedes», «Quien mate a una persona, será tratado como si hubiera matado a toda la humanidad y quien salve una vida es como si salvara a toda la humanidad»; «Es competencia de Dios que sabe cuándo cada persona llega al final de su viaje».
Sabias palabras en un momento idóneo para que la sociedad comprenda que ir en contra de la eutanasia no es solo cosa de cristianos, también de musulmanes o judíos. Incluso de los hindúes, que siempre son bien recibidos en esta sociedad diversa y molan. Pues también Juan Carlos Ramchandani sacerdote hindú y Presidente de la Federación Hindú de España, estuvo presente en este acto de denuncia para preservar el valor sagrado de la vida humana.