La Generalitat es la primera comunidad en España que se abre a regularizar el rito musulmán del sacrificio del cordero. Las ‘consellerias’ de Agricultura, Justícia y Salut están analizando cómo legalizar este rito, que practican medio millón de personas en Cataluña, y abre dos posibles escenarios de cara al próximo agosto, cuando se celebra la Fiesta del Cordero. Los ganaderos, que ven como el consumo de cordero no para de bajar, creen que esto va a salvar al sector, mientras que la comunidad islámica celebra una medida que les reconoce como miembros de la sociedad catalana.
El Islam es ya la segunda religión con más creyentes entre la gente joven en Cataluña. Muchos de ellos, personas nacidas aquí. Es por ello que la Generalitat ha abierto el melón de un tema a la vez polémico y necesario: regular el sacrificio del cordero. Este rito también llamado Aid el Adhar, que se celebra en agosto, 70 días después del Ramadán, conmemora el momento en el que Abraham se dispuso a sacrificar a su propio hijo por orden divina pero finalmente quien muere es un animal.
El Govern plantea habilitar 72 mataderos durante la festividad a cambio que la carne esté criada por ganaderos catalanes
En los países árabes, las familias musulmanas matan a los corderos en sus propias casas tal y como marca la tradición. Lo suele hacer el padre de familia. Pero aquí la normativa no lo permite. “Estamos obligados a comprar el cordero clandestinamente, la gente va al monte, al río o a granjas y hace el sacrificio en condiciones sanitarias no controladas. No podemos obligar los mataderos a hacerlo como dicta la tradición”. Lo admite Mohamed Ghaidouni, coordinador de la Unió de Comunitats Islàmiques a Cataluña, que pide “responsabilidad” a las administraciones. En el 2017, según Agricultura, media docena de particulares y granjas fueron sancionados por sacrificar corderos fuera de los mataderos. En total, tuvieron que pagar 22.206 euros.
La Federació d’Entitats Catalanes de Ramaders d’Oví i Cabrum calcula que el 90% del cordero que se vende en agosto es “ilegal”. Su presidente, Francesc Batalla, admite que lo venden sin guía ni inspección sanitaria, y tampoco lo facturan. Cuando el sacrificio se hace en una granja, la carne se debería transportar en un furgón refrigerado, cosa que tampoco se produce. “Algún día pasará alguna barbaridad, queremos garantías legales y sanitarias, tenemos que normalizarlo”, pide Batalla. Y es que, los ganaderos ven en la comunidad islámica la salvación del sector, ya que el consumo de cordero ha caído a mínimos históricos. “Estamos hablando de animales de un mínimo seis meses de vida, que duplican o hasta triplican el precio de venta habitual”. Los ganaderos estiman que harían falta 100.000 ejemplares, y no están seguros de poder abastecer la demanda. “Tenemos que intentarlo, tras el acuerdo, queremos que la comunidad islámica nos haga los encargos e intentar llegar a todos”.
Dos alternativas
Solo bajo esta premisa, que los musulmanes catalanes compren la carne a los ganaderos locales, la Generalitat se ha abierto a proponer una medida regulatoria. Básicamente, por el riesgo de salud pública que les viene encima. La Conselleria d’Agricultura cree que sería “suficiente” con habilitar 72 mataderos que ya existen en Cataluña. Lo afirma la directora general de Agricultura i Ramaderia, Elisenda Guillaumes. “Hemos analizado la población musulmana que hay en cada localidad y la presión a la que se tendría que someter cada matadero y, en los tres días que dura el sacrificio, lo vemos viable”, señala en declaraciones a EL PERIÓDICO. Una parte de estos mataderos, son equipamientos municipales con muy poco uso. Otros pertenecen a empresas que ya trabajan con el método halal.
Aquí el problema está en que antes de acuchillar al animal, se le tendría que aturdir con descargas eléctricas. “Es la mejor opción teniendo en cuenta el bienestar animal y aplicando las directrices europeas”, añade Guillaumes, que teme que la interpretación más purista del islam no lo admita. En este supuesto, los ganaderos plantean otra alternativa aplicando lo que “hace años” funciona en Francia. Se trata de módulos prefabricados y movibles que servirían de mataderos, con todos los requisitos sanitarios, especialmente para cubrir la demanda en las zonas más pobladas del área metropolitana de Barcelona. En las próximas semanas está prevista una visita a Francia para comprobar estas infraestructuras, aunque la Agència de Salut Pública mantiene ciertas reticencias a esta fórmula.
“Esta es una fiesta muy importante para nosotros, está reconocida… solo pedimos que nos traten como ciudadanos”, dice El Ghaidouni, que se muesta predispuesto a cumplir con todas las medidas acordadas. En la misma línea opinan los ganaderos, que ven esta situación como la última oportunidad para que el sector ovino y cabruno no muera.