
El 7 de septiembre, dos soldados de Myanmar fueron llevados a La Haya, donde el Tribunal Penal Internacional ha abierto un caso que examina si los líderes del Ejército de ese país cometieron crímenes a gran escala contra los rohingyas.
Los dos soldados confiesan sus crímenes de forma monótona. Solo unos cuantos parpadeos delatan su emoción: ejecuciones, entierros en masa, destrucción de pueblos y violaciones.
La orden de su comandante en agosto de 2017 fue clara, dijo el soldado Myo Win Tun en un testimonio en vídeo: “Disparen a todo lo que vean y a todo lo que escuchen”.
Dijo que obedeció, participó en la masacre de 30 musulmanes rohingyas y los enterró en una fosa común cerca de una torre celular y una base militar.
Los dos soldados dijeron haber seguido una directiva casi idéntica de su superior: ‘Maten a todos los que vean, sean niños o adultos’.
“Acabamos con unas 20 aldeas”, dijo el soldado Zaw Naing Tun, y agregó que él también arrojó los cuerpos en una fosa común, según informó Nytimes.
The New York Times no pudo confirmar independientemente que los dos soldados cometieron los crímenes que confesaron. Pero los detalles de sus relatos se ajustan a las descripciones proporcionadas por decenas de testigos y observadores, incluidos los refugiados rohingyas, los residentes de Rakhin, los soldados del Ejército de Myanmar y los políticos locales.