La comunidad musulmana shií de los hazaras sigue siendo el blanco del terrorismo de inspiración wahabí en Pakistán y Afganistán. En Pakistán, esta comunidad ha sido de nuevo el objetivo de un ataque terrorista en la ciudad de Quetta, donde un artefacto explosivo improvisado colocado en un saco estalló en un mercado abarrotado matando a 22 personas.
El grupo autor de este acto atroz, el Lashkar-e-Jhangvi es uno de tantos grupos terroristas que pululan en el país y que han provocado recientemente una crisis con sus dos grandes vecinos: India y Pakistán. Los shiíes pakistaníes, por su parte, han denunciado la falta de acción del gobierno pakistaní hacia estos terroristas.
Los hazaras han reaccionado con protestas pacíficas, como sentadas y manifestaciones, a estos atentados demandando una acción firme del Estado y en especial de Imran Khan, un primer ministro que busca ofrecer una imagen de cambio en el país.
La sentada de los hazaras, que se prolongó durante cuatro días, llamó la atención de los medios nacionales e internacionales. Hombres, mujeres y niños estuvieron sentados desafiando el duro tiempo de Quetta para denunciar la falta de seguridad que les afecta frente a los terroristas wahabíes.
De hecho, un líder extremista, Ramzan Mengal, fue puesto en libertad unos días antes de que tuviera lugar el atentado de Quetta. Él fue capaz incluso de presentarse a las elecciones el pasado año con una retórica de odio contra dos comunidades musulmanas minoritarias, los shiíes y los sufíes.