Tres días después de un ataque con bomba el domingo 27 de enero contra una iglesia católica en la isla filipina de Jolo, que causó la muerte a 21 personas e hirió a cientos, una mezquita en Zamboanga, ciudad situada en el suroeste de Mindanao , fue blanco de un ataque el miércoles 30 de enero. La explosión dejó dos muertos y cuatro heridos, según informes oficiales de la Policía local que aún no han aclarado si los dos eventos están relacionados o no.
Fue alrededor de la medianoche cuando se produjo la explosión en una mezquita donde los musulmanes descansaban. Según la policía, los perpetradores del ataque primero destruyeron el alumbrado público frente a la mezquita antes de lanzar una granada cuyos restos fueron encontrados en el lugar de la explosión.
Salvador Panelo, portavoz del presidente Rodrigo Duterte, aseguró a la gente de Mindanao que el gobierno “garantizará su seguridad” y brindará el apoyo que necesitan. Según él, estos atentados repetidos representan un “gran desafío para la capacidad del gobierno de garantizar la seguridad de la gente de Mindanao”. También pidió a los lugareños que no se “dejen intinidar” por estos ataques y animó a todos a informar sobre actividades sospechosas para evitar que vuelvan a ocurrir tales tragedias.
“La búsqueda de paz y el progreso de la gente de Bangsamoro no se verá obstaculizada por los obstáculos que se interpongan en su camino”, dijo Salvador Panelo, quien agregó que «el movimiento para cambiar la imagen de Mindanao y las condiciones opresivas que afectan a su pueblo deben seguir adelante a pesar de estos actos de terrorismo”.