El nuevo gobierno de Malasia quiere revisar el trabajo y el enorme presupuesto anual de de 348 millones de dólares de la agencia islámica más poderosa del país, pero deberá hacerlo sin ofender a la mayoría malayo-musulmana.
El Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia o Jakim es visto por los musulmanes como una agencia clave que protege sus intereses. El Islam es la religión oficial de Malasia.
El nuevo gobierno ha nombrado a un ministro de finanzas y un fiscal general no malayos, y las redes sociales filtran los gastos personales del rey de Malasia, lo cual ha sido visto como un gesto insolente de falta de respeto hacia la realeza malaya por parte del gobierno, que lleva un mes en el cargo.
Los críticos de Jakim, sin embargo, lo acusan de ser un vivero de conservadurismo islámico y de promover el wahabismo.
El nuevo primer ministro, Mahathir Mohamad, será el que decida sobre la reforma de Jakim. Él ha disparado ya el primer tiro diciendo que se necesita una revisión de la política de Jakim, que ha estado presentando el Islam como una “religión cruel, dura e irracional”.