En la paradisíaca isla de Jamaica, una joven musulmana se encuentra en el colmo de la felicidad. Talentosa e intrépida, esta verdadera pionera de la exuberante joya del Caribe se encuentra en las nubes desde cierto memorable lunes 29 de agosto, que literalmente le dio alas…
Con el rostro atravesado por una amplia sonrisa y la mirada más que nunca alzada al cielo, Hassanah Al-Saba no ha tocado el suelo desde que obtuvo brillantemente la licencia que la hace entrar en la historia.
Sus conciudadanos, admirados, ahora tienen ojos sólo para ella, celebrando con júbilo a la primera mujer piloto musulmana de la colorida Jamaica, rica en su pluralidad.
Radiante, Hassanah Al-Saba, que desde pequeña aspiró a ganar altura, no se cansa de posar frente al avión cuyo pilotaje domina a la perfección, y a bordo del cual podrá cumplir su más anhelado deseo.
“Volar me hace sentir libre, en cierto modo. Puedo volar hacia el cielo y dejar mis preocupaciones en el suelo. Solo yo y las nubes vibramos juntos”, dijo a la prensa local con los ojos brillantes. “Espero sinceramente que mi ejemplo inspire a otras jóvenes”, agregó, antes de proclamar, con voz vibrante, el lema de Jamaica: “Una multitud, un pueblo”.
Cuando estaba a punto de despegar para elevarse nuevamente por encima de este mundo bajo y sus tumultos violentos, albergando la esperanza de poder volar algún día para las grandes aerolíneas comerciales, exclamó radiante: “Estoy orgullosa de ser jamaicana y de poder mostrarle a mi gente que los sueños están al alcance”.