Halal es una palabra árabe que significa lícito, permisible. Más que eso, es un concepto que impregna la alimentación y el uso de productos cosméticos y farmacéuticos por parte de los musulmanes de todo el mundo. Según la sharia, el código de la ley islámica, los seguidores musulmanes solo pueden consumir productos que encajen en esta categoría porque serían los permitidos por Dios. En el judaísmo, existe un concepto similar: kosher.
Un ejemplo es la prohibición del consumo de carne de cerdo, alcohol etílico y sangre considerado haram, es decir, no permitidos. Se puede consumir carne de res, pollo, cabra y ovino, siempre que el sacrificio se realice correctamente, en un ritual halal.
La restricción está vinculada no solo a estos artículos, sino a cualquier producto que contenga estos ingredientes en su composición o que tenga contacto con ellos. Un sello utilizado en una carne, por ejemplo, no puede tener glicerina de origen porcino.
Dado que los musulmanes se lo toman muy en serio, es necesario asegurarse de que los productos consumidos se hayan procesado correctamente. Por lo tanto, las empresas interesadas en servir al consumidor islámico deben estar certificadas.
“Hoy, 1.900 millones de consumidores en el mundo son musulmanes. Y las estimaciones para 2060 son que una de cada tres personas sea musulmana. Así que hay un mercado inmenso, un potencial enorme por explorar. Además, los consumidores musulmanes son muy leales. Una vez que identifican una marca certificada, que traiga un producto de calidad, se hacen leales a ella”, explica Elaine Franco de Carvalho, coordinadora de calidad de Fambras Halal, una de las principales certificadoras halal de Brasil.
Se trata de un mercado concentrado no solo en Oriente Medio y Norte de África, sino también en países como el propio Brasil. En Indonesia, por ejemplo, que tiene una gran población musulmana y es el mayor mercado consumidor de alimentos halal, la certificación es obligatoria para los exportadores.
“Una vez que la empresa esté certificada, atenderá a algunos países a los que antes no prestaba servicio, porque tendrá la certificación halal como requisito [para la exportación] o como un diferencial”, dice Elaine.
Según los datos del último Informe Mundial sobre el Estado de la Economía Islámica, de antes de la pandemia, Brasil era el mayor exportador mundial de alimentos halal. En 2019, el país exportó US 16.200 millones de dólares en este tipo de producto, un 12% más que el segundo lugar, India, que negoció 4.400 millones de dólares.