Durante varios años, la
melodiosa voz de Ahmad Abdul ha resonado en Iqaluit, la ciudad
insignia de Nunavut, el más grande de los territorios de Canadá. El
muecín de la pequeña mezquita azul turquesa, llama a la oración al
norte del paralelo 63, cerca del Polo Norte.
El edificio sirve
como un espacio de oración y un centro comunitario para los
aproximadamente 100 musulmanes de Iqaluit, así como un lugar para
aprender sobre el Islam.
La composición de la población
musulmana de Iqaluit ya es diversa. Son ingenieros, médicos,
maestros, trabajadores del gobierno, taxistas…
Flanqueada
por su minarete blanco, la mezquita emergió de la nieve en 2016, sin
la más mínima oposición. Ahmad Abdoul no se arrepiente de su vida
anterior en Montreal, aunque tiene dos trabajos para mantener a su
familia.
Junto a la Iglesia Anglicana en forma de iglú, la
Mezquita Iqaluit da la bienvenida a todos los residentes, musulmanes
y no musulmanes. Sidakha Ali, un pakistaní nativo, fue el primero en
establecerse localmente hace más de 20 años.
“La gente
aquí es muy acogedora. Nos hacen sentir como en casa. La Mezquita de
Iqaluit se funde con el paisaje, rodeada de nieve pero también del
calor humano de su gente”.