En Cuba, la isla revolucionaria patria de Fidel Castro, el Islam emergió bajo sus cielos soleados hace más de 30 años. Desde su introducción por estudiantes pakistaníes en la década de 1980, el Islam se ha anclado en el paisaje y tiene más de 10.000 seguidores. A pesar de la ausencia de mezquitas dignas de ese nombre, el Ramadán es celebrado con fervor por una comunidad en expansión.
No hay edad para abrazar el Islam, como hizo Leonel Díaz, de 75 años. Llamado Mohammed, denuncia la prisión de la vergüenza en el sureste de la isla: Guantánamo. “EEUU debe cerrar absolutamente este campo de concentración del infierno”.
Para Yaquelin Díaz, también conocida como Aisha, convertida al Islam en España, una lucha es crucial: convencer a su país de que los musulmanes son cubanos como los demás.
Equipado con su Corán en español, Javier, un imán y un guía turístico, saluda a los fieles y al público en un antiguo edificio de La Habana transformado en una mezquita.
En este lugar de culto, flanqueado por un minarete verde y blanco y adornado con una hermosa caligrafía y una bandera palestina, a él le gusta decir: “Encontré en el Corán lo que no hallé en la Biblia”.
En la actualidad, hay dos centros de culto musulmán en la capital cubana. Varios cubanos estudian en Islam en países extranjeros, como Irán o Pakistán. También existen estudiantes de varias nacionalidades árabes, como Argelia o Siria en las universidades cubanas.